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lunes, 5 de septiembre de 2011

Un sufrimiento innecesario

Llegó el momento. Luces, cámara, acción. España iniciaba la defensa del cetro continental con ganas e ilusión. La misma que Milos Teodosic esfumó de un plomazo con un triple imposible en el pasado Mundial de Turquía. Un año después, a la que muchos no han dudado en calificar como el mejor grupo de nuestra historia, le gustaría reservar las sorpresas para otras ocasiones. Dentro de la pista, la intensidad, defensa y rebote brillaron por su ausencia. Quizá no era el día para poner a prueba el nivel del combinado nacional. Sobre el cartel, Polonia no era rival. Tampoco estaba previsto generar tal sufrimiento a los corazones de los aficiones que toman al dedillo el mensaje que llega desde las más altas instancias de la Federación y cuerpo técnico. El 83-78 final da una muestra del mal pie con el que ha iniciado España su andadura en el campeonato. 

Todo marchaba bajo el guión establecido. Duraron los polacos lo que tardó en arrancar un motor de explosión llamado Juan Carlos Navarro (23 puntos). Porque la bandera de este equipo hondeó desde el principio. Y es que, sabedor de su peso relativo en el grupo, Pau Gasol (29 puntos y 7 rebotes) asume la responsabilidad. Cuando tan ansiado acontecimiento tuvo lugar, la nave, comenzo su despegue. Con los amigos a tono, los tiros en transición y el dominio interior estuvieron garantizados. 22-15 al término del primer cuarto con la segunda unidad ya en pista.

Pensó Scariolo que todo estaba hecho antes de tiempo. En cierto modo, todos lo pensamos. Emotivo momento ver a Felipe Reyes sobre el parqué. Aunque España no lograba despegar, las diferencias se mantenían por encima de la barrera psicológica de los diez puntos. Más rotaciones y una sospechosa relajación que nadie terminaba de entender. Serge Ibaka,  máximo taponador de la NBA la pasada temporada anduvo gris en los casi 34 minutos que permaneció en pista. La ausencia de Rudy, de regreso al vestuario víctima de una inoportuna alergia, se notó. Los amistosos quedaron atrás. Se le criticó a Scariolo lo preocupante del peso del cinco inicial. Después de este olvidable estreno, la críticas cambiarán de acera. Con todo y con eso, el 44-31 al término de los dos primeros cuartos no levantaron excesivas sospechas.

Tras el descanso, España se transformó.  Se entiende que para mal. Marc Gasol (16 puntos y 7 rebotes) anduvo solo, con más minutos para los menos habituales. Y Polonia hacía la goma, como el más cobarde e indefenso de los ciclistas. Le salió bien. 61-52 al final del tercer cuarto. Llegaban con el cuento de las sensibles ausencias de Gortat, Ignerski, Logan y Lampe. Solo les quedaba confiar en un eritreo con pasaporte norteamericano. Thomas Kelati (18 puntos y 7 asistencias) respondió al grito de todo un país. Acompañado por un acertado  Lukasz Koszarek (19 puntos), estuvieron avispados para aprovechar cualquier atisbo de meter presión a una España cada vez más perdida sobre la cancha. El último cuarto no supuso más que la confirmación de las sospechas. En algo más de tres minutos se pasó del 59-44 al incomprensible 63-57. Tiempos muertos y gestos de incredulidad en el banquillo español. Gasol y Navarro seguían cometiendo incombustibles apariciones. Rachas que no terminaban de alejar los fantasmas de la derrota, que seguía sobrevolando el ambiente. La línea de tiros libres era el recurso que los polacos supieron exprimir al máximo. España, más bien que mal, respondió (34/43). 

Erráticos desde el perímetro durante los 40 minutos (3/16 en triples), Pau Gasol, impaciente en el banco, esperaba salir tras un arañazo que le hizo regresar con un aparatoso vendaje. Había que estar preparado la batalla final. Y por suerte, junto a su escudero de toda la vida, consiguieron dar aire. Los minutos pasaban y la tensa calma se tornó en sufrimiento. Koszarek y Kelati, con Hrycaniuk (12 puntos y 9 rebotes) en la pintura rebañando todo lo que se salía, apretaron las tuercas a España. 80-78 a menos de un minuto para el final. Dos tiros libres de Navarro y una buena defensa posterior acabaron por traer la calma. Con el reloj a cero, Pau acabó por poner el 83-78 final.

Cuando Sada, que llegó tras el último descarte de Scariolo, es el mejor de los tres bases y medio que tiene el equipo, hay algo que falla. No porque el director de orquesta del Regal Barcelona no ostente la calidad requerida, sino porque se espera más de dos NBA como Calderón, veteranía y cordura, y Ricky, agradable locura. Llull no respondía. Claver terminó jugando de tres, perdido, sin la continuidad que le grabe en la frente la etiqueta de 'realidad'.  El diseño de la competición no permite lugar para la reflexión. El próximo jueves (14.15 horas), segundo asalto ante una Portugal con la que se espera reducir el nivel de sufrimiento. De lo contrario, Lituania y Turquía llegarán impertinentes. Faltando el respeto al campeón. 

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