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If you love something, let it go. If it comes back to you, it's yours. If it doesn't, it never was. (DMX)

sábado, 25 de junio de 2011

Donde dije digo, digo Diego

Desconocemos las ansias de protagonismo que están acechando a Scottie Pippen. El pasado año, la vida volvía a sonreirle tras ser nombrado embajador de los Bulls. Se trataba de recuperar la estabilidad perdida. La misma de la que careció hace unos años cuando una lamentable gestión financiera (se llegó a hablar de una posible estafa) le llevó a perder unos 120 millones de dólares acumulados durante sus 16 años en la NBA. Lejos quedaron los bolos por tierras escandinavas.

El hombre que vivió a la sombra de Michael Jordan vuelve a la palestra. En esta ocasión, el objetivo es recular. Menos de un mes después de sus polémicas declaraciones en las situaba alegremente a LeBron James como el "mejor jugador de la historia" es momento para retractarse. “Michael Jordan es probablemente el mejor anotador de la NBA, pero puedo decir que LeBron James es probablemente el mejor jugador de la historia. No sólo puede anotar, también mantiene a todo el mundo involucrado", comentó Pippen en una entrevista a la ESPN.

Fruto de la emoción del momento, del calentón. Después de que James se encargara de poner fin al sueño de los Bulls en playoffs Pippen continuó lanzando piedras contra su propio tejado, renunciando en parte a sus orígenes y negando la mano a quien un día le dio de comer, rendido ante la grandeza del alero de los Heat: “Tienes que estar concetrado porque todo el mundo es una amenaza en la puntuación cuando él está en la pista. Y no sólo es eso, LeBron James domina el juego en la parte ofensiva y también en la defensiva. Domina las líneas de pase y el juego.”

No tardaron en salir a la luz las primeras crítcas. Magic se levantó en defensa de MJ. Por su parte, un ofendido Kareem Abdul Jabbar, reclamaba en una carta abierta el lugar que le corresponde como máximo anotador de la historia. Pippen se echó para atrás vía Twitter: “No me malinterpreten, Michael Jordan ha sido y es el más grande. Pero LeBron podría llegar a su nivel algún día. Cada generación de la NBA tiene un nuevo conjunto de estrellas y LeBron está ahí como el mejor jugador de todos.", comentó en su cuenta.

Pues bien, Pippen quiere dar por zanjado el tema de una vez por todas y ha vuelto a eregirse en el escudero que siempre fue. "No se entendió lo que quise decir al darle la oportunidad a James de poder alcanzar grandes metas como profesional, pero para nada el quitarle los méritos y éxitos conseguidos por Jordan", comentó al termino de un campus infantil en Chicago. "Todos saben que Jordan el profesional más grande que jamás haya jugado a este deporte y por lo tanto mis declaraciones no fueron interpretadas correctamente. Creo que los medios de comunicación también hicieron su trabajo para que eso sucediese", continuó el ganador de seis anillos de la NBA con los Bulls.

A pesar de todo, concede el beneficio de la duda y cree que a James le aguarda un fututo prometedor. "Se trataba de darle proyección a un excelente profesional como es James"

Por último, el jugador quiso desmentir los posibles rumores sobre una posible mala relación con Jordan. "El asunto ya está superado por todas las partes porque no hubo ningún tipo de intención de molestar ni ofender a nadie. Somos más amigos que antes y nuestra comunicación es perfecta". Como se suele decir en estos casos: Donde dije digo, digo Diego.

sábado, 18 de junio de 2011

Unas finales para el recuerdo

Reconozco la falta de ingenio en el titular de este post. Realmente no importa. La era 2.0 en la que nos encontramos inmersos cada vez es capaz de proporcionarnos más y más recursos. En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, se ha decidio rendir otro particular homenaje las finales de la NBA 2011 y al anillo logrado por los Mavs basándonos en lo audiovisual. Cada partido, cada detalle a través de los magníficos vídeos creados desde lo heroico. Al más puro estilo hollywodiense. La consecución de un sueño. No me cansaré de decirlo: La justicia y el destino se alinearon para que Dallas lograra el primer anillo de su historia. La vida puede ser maravillosa. Y sin duda, lo es.

Primer Partido: Heat 92 - Mavs 84


Segundo Partido: Heat 93 - Mavs 95


Tercer Partido: Mavs 86 - Heat 88


Cuarto Partido: Mavs 86 - Heat 83


Quinto Partido: Mavs 112 - 103 Heat


Sexto Partido: Heat 95 - 105 Mavs


Lo que vino después fue consecuencia de estos seis magníficos actos. Unos momentos que han podido ser captados con tal calidad y precisión gracias al buen hacer de todos aquellos profesionales que un día decidieron llevar su talento a 'NBA Beach'.

Ricky, a la aventura

"Siento que es el momento". Esa fue una de las frases que se pudieron escuchar el pasado viernes en la sala de prensa del Camp Nou. No fue Guardiola. Tampoco Messi, Xavi, Villa o Pedro. Su autor era un integrante de la sección de baloncesto del club azulgrana, Ricky Rubio. El base español decide acabar con dos años de rumores y especulaciones y dar el salto a la mejor liga del mundo. Podía haber sido hace dos años pero 6 millones de dólares (4,1 de euros) tuvieron la culpa. Los mismos que le hubieran dado vía libre para firmar por los Minnesota Timberwolves, la franquicia que acaba de elegirle en el puesto cinco del draft y a la que, bajo el amparo de las reglas de la liga, sólo se le permitía afrontar medio millón. El resto debía correr a cuenta del jugador. Esa fue la semilla para acabar recalando en el Regal Barcelona. Un mejor contrato que le pudiera afrontar con garantías su particular sueño americano.
A sus 20 años el base de El Masnou inicia una nueva etapa en su carrera. Antes deberá pagar de su bolsillo el millón de euros de indemnización pactado con la directiva, de los cuales el jugador abonará 650.000 euros mientras que el resto (350.000) correrán a cuenta de la franquicia de Mineápolis. [Vea los mejores momentos de Ricky en Europa]

Y parece que la jugada ha salido según lo previsto. Bueno, eso habrá que verlo. El escepticismo reina en el ambiente. Todos se rinden a reconocer lo evidente: la precocidad en sus logros. Nadie en la historia de nuestro baloncesto sabe lo que es debutar a los 14 años y 11 meses. Y menos que ese incio fulgurante tuviera continuidad. Tanto a nivel de club como de selección. "Me voy con el último título que me faltaba, la Liga", comentó en su despedida. Sin embargo, las alabanzas y los halagos fáciles no deben esconder unas carencias evidentes.

Es innegable que el juego de Rubio ha venido de más a menos. Su desastrosa última temporada, iniciada la selección en el Mundial de Turquía del pasado verano, no ha hecho más que confirmar todas las sospechas. 5, 5 puntos, 4,4 asistencias y 1,85 robos en 21.6 minutos son sus credenciales en lo que a estadística se refiere. Números aparte, la falta de liderazgo y la suplencia en la última final de Liga ante el Bilbao son un síntoma evidente de que una parte importante del Ricky 'Business' que encandilara al genial Andrés Montes y a media España, se estaba perdiendo. "Tal vez no ha sido mi mejor año, pero este es un deporte colectivo y lo importante es que he podido ayudar al equipo", aseguraba en un tono algo conformista.

El décimo español en hacer las américas, al contrario que la gran parte de sus predecesores, tratará de reencontrar el estilo que le llevó a ser nombrado el mejor joven de Europa durante tres temporadas consecutivas (2007-2009). Dado el paso, nuevos incógnitas se plantean. La primera y más contundente es el destino elegido. Los Wolves son una franquicia perdedora. La situación no es fácil en la gélida región de los mil lagos. El balance de 17-65 cosechado en la última temporada dejan poco lugar para la esperanza. Los optimistas, al contrario, pensarían aquello de 'peor no podemos estar'.

Y razón no les falta. Rubio aterriza en una plantilla en la que los dos hombres más veteranos se encuentran en su octavo año en la Liga. Juventud y desparpajo a raudales. Juego abierto, defensas relajadas durante la temporada regular. ¿Qué más puede pedir un 'rookie' como Ricky?

Con un 20+10 como Kevin Love, unánime merecedor del premio al Jugador con Mayor Progresión de la pasada temporada, y Michael Beasley rondando la veintena de puntos por noche, Ricky llegaría como la tercera pieza de un trío que apunta maneras. Pero las buenas formas y la calidad no lo son todo a la hora de garantizar resultados. Falta mucho más. Para empezar, conocer el nombre del inquilino del banquillo. En los últimos días, el tetracampeón de la NBA con los Lakers en la década de los ochenta, Kurt Rambis se encuentra más cuestionado que nunca y su continuidad al frente del equipo de Mineápolis no está para nada garantizada.

Luke Rindour y John Flynn serán los rivales con los que luchar por un puesto como director de orquesta. Todo ello con el fantasma de un más que probable 'lockout' sobrevolando el ambiente. De este sábado se hacía oficial la cancelación de la tradicional Liga de Verano de Las Vegas. Sospechoso cuanto menos. A pesar de ello, Ricky se mostró optimista: "He hablado con mucha gente y, si se produce, no creo que sea por mucho tiempo. Lo aprovecharé para prepararme mejor".
La ilusión, que no falte
"No sé cuál será su rol para la próxima semana. Pero no me cabe ninguna duda de que el año que viene va a jugar y jugará minutos importantes", espetaba confiado el director de operaciones de los Wolves, David Kahn. Un hombre que trata de ilusionar a una ciudad que hace tiempo que borró de su rostro la ilusión de tiempos pretéritos. Lejos quedan ya aquellas finales de conferencia de 2004 ante los Lakers liderados por los Garnett, Cassell, y Sprewell. Y Ricky parece ser el hombre ideal para traer la alegría y el desparpajo necesario al paso que lava la denostada imagen en los despachos de Kahn. Por el momento, la campaña de propaganda ha hechado a andar. Así, ya se ha confirmado que Rubio lucirá el '9' en su espalda. Dudas e incertidumbre rodean esta aventura más obligada que necesaria. Al menos de momento, concedámosle el beneficio de la duda.

viernes, 17 de junio de 2011

Life Goes On

El pasado jueves, Tupac Amaru Shakur, quien fuera uno de los más grandes (si no el que más) intérpretes de Hip-Hop que jamás se hayan visto, hubiera cumplido 40 años. Quien suscribe dio sus primeros pasos en una de sus grandes aficiones, la música negra en general y el rap en particular, a través de sus grandes éxitos. Puede que el ciclo de la 'Black Muzik', tenga marcadas unas directrices distintas. Pero si en los tiempos que corren podemos presumir de algún tipo de libertad, esa viene dada de forma indiscutible por la música.

Un arte que proporciona cultura a la vez que entretenimiento y es capaz de trasladarnos a lugares imaginarios, soñar por un momento que lo que estamos viviendo no es real. Que todavía hay tiempo para retomar los acordes de la canción. Nuestra canción: la vida. Encontrar una vía de escape, una motivación, el empujón para creer en uno mismo. Para llorar, para reir, para amar. Todo ello te lo da. Y como el fiel compañero de viaje que cualquiera desearía tener: nada te quita.

Un elemento que no entiende de favoritismos. Más bien, habría que hablar de correlación. Y ese grado de explicación de los sentimientos y emociones a través de las letras y la música de uno de los mejores de todos los tiempos es lo que nos haría entender el porqué de todo esto...


Lo dicho: La vida sigue amigos.

miércoles, 15 de junio de 2011

A propósito de LeBron

A lo largo de la geografía mundial, las críticas, las catástrofes y otras reconocibles, palpables y latentes situaciones desastrosas suelen cebarse con los más débiles. En el mundo del deporte (de élite se presupone), esa burbuja que se encuentra por encima del bien y del mal, ese ente que hace olvidar los problemas cotidianos de la gente normal y corriente, la estrecha línea que separa el éxito del fracaso no tiene las mismas consecuencias sobre la salud ni el bolsillo de quienes lo padecen. Que se lo digan a LeBron James.

El pasado domingo, el hombre que se autodefine como 'King James' se aproximaba junto a su compañero Dwyane Wade a la sala de prensa del American Airlines Arena. Rostro abatido. Mirada perdida. Uno de esos momentos en los que hubiera preferido aparcar, sólo por unos minutos, los ceros de su cuenta corriente y toda la fama que, entre otras muchas cosas, le lleva a acumular un millón de seguidores en Twitter en algo más de una semana. Datos anécdóticos aparte, LeBron sabía la que le esperaba.

Al contrario de lo que ocurre en nuestro país, los medios estadounidenses (al menos los deportivos) carecen del amiguismo y el compadreo. Fieles a la imparcialidad, al saber que el prestigio vendrá de la mano de ser objetivos, de alabar y dar palos cuando el guión lo exija, independientemente de su condición deportiva, algo así como la ideología política trasladada en este caso al parqué. Sólo hay que echar la vista a lo que escribe uno de los periodistas que mejor conoce a James, Brian Windhorst, para darse cuenta de que no hay critica más constructiva y sincera que la de una persona que te aprecia.

Como buitres leonados, carroñeros por excelencia, ansiosos por morder a través de las más sangrientas e hirientes preguntas, tratarían de sacar titulares y esclarecer la mente de un hombre con algunos pájaros en la cabeza. Aquellos que han sido alimentados en los últimos ocho años con el mejor alpiste. El mismo que ceba a un animal mediático capaz de ser el sustento de una redacción,, un show televisivo o una marca publicitaria con tan solo mover un dedo. Pero cual gorrino, le llegó su San Martín.

La mente y el corazón humano normalmente, por no ser más contundente en la generalización de la idea, no se encuentran preparados para asumir aquel dicho que asume la débil y casi inexistente frontera entre el amor y el odio. En este caso, LeBron no tuvo opción a más. Parecía preparado, las tablas y la madurez que brillaron por su ausencia sobre la pista. Sabía a lo que se atenía cuando hace casi un año tomó la decisión de dejar de lado su Ohio natal para, de una forma humilde carente de un ápice de egocentrismo, “llevarse su talento a South Beach”, Fue el principio del fin. El final del una etapa. Como cualquier persona, quiso aspirar a las más altas cotas en el terreno profesional. Entonces cruzó hasta la acera del odio y se mudó, al menos por unos años.
Desde las calles de Cleveland se fue alentando un sentimiento de traición desmesurado. Nadie dijo que estuviera prohibido cambiar de equipo, perdiendo millones de dólares en salario hasta ocupar el vigésimo segundo puesto en el ranking de la NBA con 14,5 millones de dólares por campaña. Vivir con la alargada sombra de Jordan no debe ser fácil. Un hecho que ha medido al milímetro cada uno de sus movimientos desde que siendo jugador de instituto firmará con una conocida marca deportiva un multimillonario contrato de 7 años y 90 millones de dólares.

Como en cualquier guerra que se precie, los vencedores sonríen y el orgullo se desborda. A los vencidos les toca agachar la cabeza y asumir las consecuencias de la derrota. Y a LeBron no le ha quedado más remedio que tomar la segunda opción. Pese a contar con un proyecto ganador a la par que prometar, aunque se basarse en dos generales de división, un coronel y once soldados rasos, y terminar la temporada con 72 victorias, sumando temporada regular y postemporada, el fracaso se antoja irremediable. Las cosas se ven bien diferentes dependiendo del cristal con el que se miren. Nadie ha pensado en dar una oportunidad ni intentar hacer un guiño al año de estos Heat y en concreto a la odiosa a la vez que el lastrante y eterno simil con Michael Jordan. Bueno sí. Pero parece que poco importa ahora.
Quizá no era el momento
En Dallas, todavía se siente el olor a champagne del bueno, cortesía de un entregado Mark Cuban. Según relatan las crónicas de la celebración, el millonario propietario de los Mavericks se gastó unos 78.000 euros en un selecta fiesta en un club de Miami en el que todos disfrutaron durante toda la madrugada de un día histórico. Luego, como si de una novia en su noche de bodas se tratara, el punto excéntrico vino cuando el presidente de HDNET reconocía haber pasado la noche con el trofeo Larry O'Brien. Tan histórico como esperado. ¿Merecido? También.

Mientras, en South Beach, LeBron trata de olvidar, capear el temporal de la mejor forma posible. Muchos son los amigos encargados de hacer leña de un árbol al que sin duda llegará el momento. Lo merecerá, igual que lo mereció Nowitzki. Tal y como comentó LeBron en su cuenta de Twitter tras concluir el sexto encuentro de las finales: “El de arriba sabe cuando es mi momento. Y ahora mismo, no es mi momento”.


lunes, 13 de junio de 2011

Lo que el destino tenía preparado

La pasada madrugada, los Dallas Mavericks se proclamaron campeones de la NBA tras derrotar a los Heat en el sexto partido de las finales disputado en el American Airlines Arena de Miami por 105-95. Se trata de la primera ocasión que los tejanos logran el título en los 31 años de historia de la franquicia y la primera vez que cualquier integrante de la actual plantilla consigue alzarse con el anillo de campeón. La justicia, el destino y el sueño de los Nowitzki, Terry, Kidd, Marion, Stojakovic y compañía se ha hecho realidad. [Vea todos los campeones de la NBA]

Una plantilla humilde basada en la veteranía de hombres curtidos en mil batallas que por fin han visto recompensado el trabajo de muchos años atrás. "Todavía sigo sin creerlo", reconocía el flamante MVP de las finales después de promediar 26 puntos y casi 10 rebotes en los seis encuentros de la serie. Cinco años antes, el alemán y un formidable Jason Terry abandonaban cabizbajos el American Airlines Arena tras ver como los Heat daban la vuelta a la serie. Una decepcionante actuación para los hombres que entranaba un Avery Johnson que no supo sacar el mayor rendimiento a una plantilla con un enorme potencial. El 2-0 a favor y 13 puntos de ventaja en el último cuarto del tercer partido de las finales de aquel maldito 2006 han ocupado infinidad de minutos en las cabezas de ambos durante los últimos años. Pero hay más: ¿Qué hay de un Jason Kidd quien a sus 38 años, 17 temporadas en la liga y dos finales perdidas (2002 y 2003) a sus espaldas? ¿Por qué no recordar aquellas finales del Oeste de 2002 con los Kings de Stojakovic? ¿Y qué decir de un siempre excéntrico Mark Cuban que demostró una cordura y humildad desconocida en el momento más apoteósico de su carrera como propietario? El destino tenía algo preparado para todos ellos.

Y qué decir de Terry. Un hombre que fue el primero en creer en el proyecto de Dallas. Tanto es así que antes del inicio de la temporada se tatuó en su bíceps derecho el trofeo Larry O'Brien que acredita al campeón. Una imagen que podrá mostrar orgulloso de por vida. El titular encubierto que todos los equipos querrían tener en sus plantillas. Escudero, ese que responde, aparece y respalda cuando las cosas se ponen feas. Y en este sexto encuentro no iba a ser menos.
Con Nowitzki errando sus primeros 11 de sus primeros 12 tiros para irse al descanso con tres puntos, el habilidoso se echó el equipo a sus espaldas anotando 19 de sus 27 puntos en la primera mitad, sentenciando con ocho en el último periodo. Un hombre que habló de "vindacación", como si quisiera recuperar aquello de lo que fue desposeído de manera injusta.

Por último, no podemos olvidarnos del resto de integrantes de una plantilla que ha demostrado tener la tranquilidad, cordura y, sobre todo experiencia, para controlar emociones y sentimientos. Tanto es así, que en el momento de la celebración no hubo demasiados excesos. Sin duda, los habrá. Pero el momento en el que la bocina iluminaba de rojo los tableros del arena, el fuego, la rabia y la alegría fue más por dentro. Era algo más místico. Casi espiritual.

Lo que el Karma te da, el Karma te lo quita
¿Leña del árbol caído? Posiblemente. En Estados Unidos nada deja indeferente a nadie, haciendo bueno aquello de "o estás conmigo o estás contra mí". Y LeBron James hace tiempo que, de forma más o menos consciente, declaró la guerra a buena parte de la geografía norteamericana. La decisión de "llevar su talento a South Beach" a través de un polémico show televisivo le convirtió sin duda alguna en uno de los hombres más odiados de los Estados Unidos. Sólo había una forma de callar las voces críticas desde el día uno: llegar, ver y vencer. Sin embargo, el famoso Karma al que aludió en el mes de enero cuando los Cavs salían vapuleados del Staples Center a manos de los Lakers por 112-57 le ha dado la espalda.

Aprovechando la coyuntura y que el Pisuerga sigue pasando por Valladolid, el propietario de Cleveland, uno de sus mayores enemigos ha querido dejar un mensaje para el que un día fuera su ojito derecho. Un cuarto de hora después de que un 'King' James menos rey que nunca perdiera la segunda final en sus ocho temporadas como profesional, Dan Gilbert felicitó a los Mavs vía twitter: "Enhorabuena a Mark Cuban y toda la franquicia de los Mavericks. Nunca pararon y ahora todos ellos tienen un anillo. Una vieja lección para todos: No hay atajos. Ninguno". Mo Williams, excompañero de James en los Cavs también ha respirado aliviado. El actual base de Los Angeles Clippers ha publicado: "Dallas acaba de sanar mi corazón". Más por desgracia que por suerte para LeBron, estas sólo han sido la primeras de las muchas muestras de 'cariño' que le quedan por recibir.

Pero nada podrá cambiar el ego de un LeBron que dio con el porqué de su derrota en este primer envite como miembro del 'Big Three' de los Heat: la divinidad. "El de arriba sabé cúando es mi momento. Y ahora mismo no lo es". El cielo todavía puede esperar para un LeBron desaparecido en combate en los momentos clave. Aquellos minutos en los que el balón arde, el famoso 'crunch time', y toda la presión se cierne sobre los mejores jugadores. Los mismos instantes en los que se debe demostrar que eres tan bueno como dices. No por esta vez.

domingo, 12 de junio de 2011

La sonrisa tensa de los Heat

Muchos son los calificativos que se han venido empleando desde que el pasado jueves, madrugada del viernes en España, los Mavericks ganaran el quinto partido por 112-103, segundo de los tres partidos disputados en el American Airlines Center, para poner el 3-2 a su favor en las finales de la NBA 2011. Especulaciones, críticas y alabanzas repartidas a partes iguales. Balón al aire. Las series se trasladan a Florida donde la próxima madrugada (2:00 hora española) tendrá lugar el sexto encuentro de la serie. La tortilla se dio la vuelta tras el tercer partido, primero jugado en Dallas y que ponía el 2-1 a favor de los Heat en la eliminatoria.

Cuando el componente épico, ese que engrandence aún más si cabe estos momentos que separan el éxito del fracaso, se apodera del juego es momento para que la inverosímil y lo increíble tenga lugar sobre el parqué. Y esos adjetivos son los que han definido a unos Dallas Mavericks que tendrán dos opciones para hacerse con el primer anillo de una franquicia con quien la historia guarda una deuda que podría ser saldada dentro de unas horas. Un compromiso personificado en un hombre: Dirk Nowitzki. El ala-pívot alemán sabe que está ante la última opción de su carrera de conseguir un anillo.

Los hombres de Rick Carlisle estaban contra las cuerdas. Era el momento para un 'Big D' a quien un fuerte virus había mermado su físico de manera ostensible. Nowitzki terminó el encuentro con 21 puntos, diez de ellos en el último cuarto, 11 rebotes y la inestimable ayuda de unos Heat que encajaron un parcial de 21-9 en los últimos diez minutos para terminar claudicando por 86-83.

Un irreconocible Lebron James, ausente como jamás se le vio, acabó con 8 puntos (3/11 en tiros de campo) y por primera vez en los últimos 433 encuentros disputados entre temporada regular y playoffs no pudo llegar a los diez puntos en sus estadísticas. Las malas lenguas infundían el rumor de un posible escarceo entre su mujer Savannah y Rashard Lewis, negado días después por el propio alero de los Wizards. Un hecho que podría haberle robado el sueño y la concentración necesaria en el momento más importante en sus ocho temporadas como profesional.

Las críticas se ceban con un hombre a quien sólo el calor de un siempre entregado American Airlines Arena y su blanquecino aspecto parecen tener la cura para su mal momento. Seguía siendo el momento para un Dwyane Wade quien a pesar de ser el sustento durante gran parte del encuentro en el que terminó con 32 puntos, falló en los instantes finales: un tiro libre y una pérdida servía en bandeja el triunfo local y empataba la serie. Un Nowitzki exhausto nos dejó un partido épico para manterner vivo el sueño. Su sueño. "Esto son las finales. Tienes que salir ahí fuera, competir y dar lo mejor de tí para tu equipo. Y eso fue lo que hice", reconoció Nowitzki un encuentro en el que su temperatura corporal rondaba los 39ºC.

Fue inevitable que muchos gurús se animaran a comparar de forma tímida la soberbia actuación del alemán, quien recordemos falló sus diez primeros intentos a canasta, con famoso Flu Game (Partido de la gripe) de Jordan en el quinto partido de las finales de 1997 ante los Utah Jazz. A pesar de su mermadas condiciones físicas, Jordan terminó con 38 puntos (13/27 en tiros de campo), 7 rebotes, 5 asistencias, 3 robos de balón y un tapón que terminaron dando el triunfo a los Bulls del segundo 'three-peat' por un ajustado 90-88. Para rematar la faena, y con su cuerpo aún renqueante, Jordan se fue hasta los 39 puntos, 11 rebotes y 4 asistencias en el sexto encuentro disputado en el United Center y conseguir la victoria por 90-86 y adjudicarse el quinto anillo de su carrera.

Al año siguiente, mismos protagonistas y un guión similar coronaba a Jordan por sexta vez en su carrera. Un sexto partido inolvidable con 45 puntos de 'Su Majestad' y una frase del gran Antoni Daimiel para describir lo ocurrido en Salk Lake City aquella noche: "Dios volvió a disfrazarse de jugador de baloncesto" en alusión a la mítica cita de Larry Bird. Corría la temporada 85/86 cuando un joven Michael Jordan se fue hasta los 63 puntos en el segundo partido de la primera ronda del Este ante los Celtics batiendo un récord de anotación en playoffs que aún pervive.

El quinto partido del pasado jueves no fue más que la confirmación de la inyección de moral que había supuesto la heroicidad vivida 48 horas antes. Y a pesar de que la igualdad fue la nota predominante, todo cambió cuando Nowitzki (29 puntos), secundado por un Jason Terry (21) y un José Juan Barea (17) cumpliendo a la perfección con su rol de titular se pusieron manos a la obra. 13/19 desde más allá del 7,25 y un parcial de 17-4 en los últimos minutos dejaban el anillo muy cerca.

El mismo que se le ha negado a un hombre que tras 13 años en la Liga  conoce de primera mano el sabor amargo de la derrota. Un sentimiento de fracaso que no se borrará hasta que no logre el anillo. Hasta que eso suceda, la gente le seguirá recordando por el colapso en las finales de 2006 ante unos Heat que remontaron un 2-0 en contra, o la sorprendente derrota en primera ronda al año siguiente ante unos Warriors, octavos del Oeste, tras terminar la temporada regular con un espectacular balance de 67-15.

Durante los cinco partidos previos, Dirk Nowitzki ha anotado 52 puntos en los últimos cuarto de estos encuentros, uno más (51) que todo el Big Three. Si nos seguimos fijando en los números, en 19 de los 26 últimas temporadas el ganador del quinto partido fue quien terminó recibiendo el anillo de campeón. Con todo y con eso, no hace falta irse demasiado lejos para encontrar un precedente capaz de contradecir a la aparentemente irrebatible fiabilidad estadística.

El pasado año, los Lakers llegaron al Staples con un 3-2 en contra del que se repusieron haciéndose con los dos encuentros ante su público y terminar llevándose el título en el séptimo y decisivo partido. Puestos a reflexionar de una manera más obvia y lógica que existencial y profunda, a Miami le faltan motivos para reir.
Una broma pesada para calentar el ambiente
Antes de la sesión de tiro previa al choque LeBron James y Dwyane Wade recorrían relajados los pasillos del American Airlines Arena cuando, ante la omnipresente mirada indiscreta de las cámaras, tuvieron la ingeniosa idea de hacer una parodia de los síntomas del virus que afectó a Nowitzki en el cuarto encuentro. "Solo pienso que es un poco infantil, un poco ignorante. Llevo en esta liga 13 años. Nunca he fingido una lesión o una enfermedad".

Esas fueron las palabras que Nowitzki quiso transmitir tras ser preguntado por el vídeo recogido por la cadeba CBS, a lo que añadió: "Esto no va a suponer nada extra para mí. Esto son las finales de la NBA. Si necesitas una motivación extra, tienes un problema. Estamos a una victoria de mi sueño, para lo que llevo trabajando media vida. Eso es realmente todo lo que me preocupa". Quien ríe el último ríe mejor debió pensar el bueno de Dirk. El teutón tendrá opción de lograrlo en el día del 20 aniversario del primer anillo de los Bulls de Michael Jordan.