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viernes, 9 de septiembre de 2011

Cinco días y tres finales

Dudas. Esa y no otra es la amarga conclusión que se desprende del recorrido de la selección en este Europeo. Se buscan motivos, razones para seguir soñando y no perder la fe. Pensar que todo fue una pesadilla, fruto de un mal rato, no ayudará. España debe afrontar los problemas de frente. Algo que parece difícil sin la piedra angular de este equipo. Pau Gasol no estuvo ante Turquía. Pese a ello, caer en el lamento y escudarse en el hombre que parió el baloncesto patrió no es la mejor solución. Si antes de iniciar el campeonato entregadas voces no dudaban en asegurar que estábamos ante el mejor equipo español de la historia, el juego y los resultados no opinan lo mismo. Una de cal (Lituania) y otra de arena (Turquía) mostraron una preocupante dualidad. Dos versiones, dos caras que rebajan la euforia y entierran el optimismo sistemático. Nada mejor que una buena dosis de realismo para bajar de la nube y aterrizar en el Siemens Arena  de Vilnius con energías renovadas. Al menos, a 20 km de la capital podrán gozar de la concentración necesaria en un búnker a todo trapo, en contraste con las penurías que transmitía el anteior emplazamiento en la pequeña Panevezys.

Cierto que el formato de competición no es el más justo de todos los posibles. Pero si no lo es para España, tampoco lo ha sido para las 23 selecciones repartidas por Lituania. El cansancio de los titulares es una obviedad. Fondo de armario hay. El tema es que se quiera usar o prefiramos ir todos los días con el uniforme de gala. Sin tiempo para más, tras quedar encuadrados en un grupo asequible según auguraban los mejores pronósticos, una tarde para el olvido en el Cido Arena, complica y mucho la existencia. Llega el todo o nada. La gloria o el fracaso, siempre separados por una ténue frontera en ocasiones casi inapreciable. Llegan tres partidos a vida o muerte. Tres finales anticipadas ante tres de los pesos pesados del baloncesto continental. Un grupo de la muerte llevado hasta las últimas consecuencias. El espectáculo parece garantizado. Los aficionados vibrarán y disfrutarán. Son estos partidos los que consagran y sientan cátedra. A pesar de ello, los protagonistas hubieran preferirlo sufrir en menor medida. En el horizonte los cruces y dos billetes directos para la próxima cita Olímpica. No corran, eso vendrá después.

La inesperada, por aquello de no perder la fe en la vigente campeona de Europa, derrota ante Turquía iguala las fuerzas entre los tres clasificados del grupo A. Sí, también Polonia podría haber superado a Gran Bretaña y anotar dos puntos en un cuarto no hubiera creado tanto revuelo. Pero no. Quien juega con fuego suele quemarse y los tres equipos (Lituania, Turquía y la propia España, parten con un balance de 1-1. En el otro bando, los Nowitzki, Parker o un verdugo llamado Teodosic aguardan impacientes. Por si alguien anda despistado, aquí van algunas claves de los próximos rivales de España. “El objetivo es ganar los tres”, comentaba Felipe Reyes tras ser el único hombre de la selección en hacer una canasta durante el último cuarto ante los turcos. Más que un objetivo, es una necesidad si se quieren evitar cálculos de última hora.

Alemania (Miércoles, 14.30 horas)

La primera piedra en el camino. Con Nowitzki en el equipo, la vida se ve de otra manera. El que va camino de convertirse, si es que queremos ser cautos, en el mejor europeo de todos los tiempos es vital. Pero no se confundan. Esta no es la Alemania que sin el genio de Würzburg quedó condenada al más terrible ostracismo en 2009 donde una décima plaza dejaba patente la falta de liderazgo. Peor aún en 2010, donde Jagla, que ahora solo lanza a canasta en los calentamientos, ejerció de punta de lanza para hundirse en las cloacas y acabar el Mundial de Turquía en decimoséptima posición. Tras tocar el cielo con los Mavericks, Dirk acude al rescate. Se trae consigo a su escudero Chris Kaman, que en cuanto supo de sus antepasados teutones no dudo en cruzar el charco. Eso sí, siempre de la mano del gran Robin Hood, como le gustaba decir al inolvidable Andrés Montes. Ambos forman la mejor pareja interior del campeonato. Lo sentimos por los hermanos Gasol o la posible combinación de alguno de ellos con el atleta de ébano Serge Ibaka.

Un alero (2,09 que coincide con la media de altura del combinado germano) alto como Benzing sirve de contrapunto a la dupla NBA con un tiro exterior más que aceptable Como director de orquesta un correcto Schaffartzik que parece tener la cabeza sobre los hombros. Más allá de sus temibles hombres, España deberá temer la sed de victoria. Porque Nowitzki (20,4 puntos en cinco encuentros previos) y el resto no han hecho los deberes. Las dos derrotas ante Francia (76-65) y Serbia (64-75), los otros dos equipos del grupo B presentes en esta segunda fase, les dejan en una posición preocupante. Solo el papel de Italia ha servido de empujón final. De lo contrario, hubieran tenido que sudar más de lo debido para la fecha en la que nos encontramos. Y seguirán sudando. 

Serbia (Viernes, 14.30)

La raza y la estética toman forma con un grupo de gente con mucha ilusión que ostenta la clase de sus predecesores. Lo tienen todo para triunfar. Savia nueva que alterna con hombres con experiencia en grandes equipos europeos. Una bomba de relojería que estalla cuando menos te lo esperas. Pero en los Balcanes hablar de juventud no es sinónimo de perder la cabeza. Un general como Dusan Ivkovic no se anda con tonterías. Les mantiene a raya y salvo alguna obligada concesión a su emisario en la pista Milos Teodosic, todo fluye bajo el guión previsto. Poco se deja en manos del azar. Desde las jugadas, pasando por el 'pressing' al trío arbitral, todo parece estar bajo control. Su juego se basa en tres piezas clave. La dirección de Teodosic, el mismo que apeó a España del Mundial con un triple repetido hasta la saciedad sobre Jorge Garbajosa; la técnica de Krstic, un hombre capaz de lanzar una silla a un rival al tiempo que suelta un suave gancho que acaricie con suavidad la red; y Dusko Savanovic que personifica a la perfección la recurrente figura del cuatro abierto. Cuidado con dos secundarios de lujo como Rasic, perro de presa,  y Keselj, que progresa a un ritmo de vértigo. Solo una prórroga y la encogida muñeca de Savanovic el día de su 28 cumpleaños trajeron la única derrota de la primera fase ante Francia (96-97).

Francia (Domingo, 17.00 horas)

Un equipo que ha usado la primera fase para disipar dudas. Muchos no creían que el saco de músculos galo podría tener también el temple necesario en los momentos de la verdad. Por si acaso, la inestimable aportación de un triple campeón de la NBA como Tony Parker, más seguro que nunca con el balón en las manos. También son seis los jugadores NBA que escuchan la Marsellesa antes de cada partido. Con la mano en el pecho o sin ella, según el sentimiento nacional, lo cierto es que sus caras y su juego están causando sensación. Cinco victorias en otros tantos encuentros. Aun con TP (23,2) acaparando mucho juego, hay sitio para todos. Los Batum (15,4), Diaw (11,6), e incluso la eminencia defensiva de Noah (10,2) ven aro con suma facilidad. Todo mana de la cabeza del base de los Spurs. Pero todos lo aceptan. Nadie echa en falta a un angel con cara de demonio como Ronny Turiaf ni a la mejor versión de la saga Pietrus (Mickael). Comentaba Parker los días previos al torneo estar seguro de que no veríamos a la misma versión española mostrada en la cita mundialista de 2010. En principio, quienes no están mostrando la misma cara son los alumnos del profesor Collet. Cuidado. 

La élite europea en busca de la gloria (Olímpica)

En los dos primeros grupos del torneo, el 'A' y el 'B', nadie ha querido faltar a la cita. Algún romántico de la clase de los Belinelli, Bargnani y Gallinari extrañará la no presencia de la Italia moderna y engominada. No podían estar todos. Pelea de gallos que demuestran una vez más que con tar con un tridente de sabor NBA, no garantiza el éxito. Deseos románticos aparte, están los que tienen que estar. Caprichos del destino, esta segunda fase nos dejará seis equipos que cuentan en sus filas con cinco de los grandes nombres que nacieron con el siglo XXI, ese que muchos creyeron sería el final de la existencia. De eso nada, al menos en lo baloncestístico. Un quinteto de ensueño formado por Jasikevicius, Tony Parker, Turkoglu, Nowitzki y Pau Gasol. Sobran las palabras para definir a tan altos valedores del baloncesto mundial. Todos ellos, con permiso de la nueva hornada procedente de los Balcanas, buscarán una plaza en los próximos Juegos Olímpicos de Londres. La grandeza de este repóquer de ases tiene a la cita olímpica como una espina clavada. Y el tiempo corre o en su contra. Todos llegan en la madurez de sus carreras, rozando o superando la treintena. La flor de la vida. La no clasificación para los Juegos sería un duro traspiés. Brasil 2016 quizá sea demasiado tarde. Pasar o morir. Serán cuatro los que viajarán a Kaunas para disputar la fase final. Allí, sólo tendrán premio seguro los dos finalistas que llenen el Kauno Arena en la tarde del 18 de septiembre. Del tercer al sexto puesto quedará el consuelo de la incómoda e imprevisible repesca.  

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