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If you love something, let it go. If it comes back to you, it's yours. If it doesn't, it never was. (DMX)

martes, 22 de noviembre de 2011

Vámonos a Minnesota

Lockout, día 145. El pasado lunes se cumplió una semana de la proclamación del 'invierno nuclear' por parte de David Stern. Apenas 20 minutos antes de aquella peculiar frase que ya forma parte de la historia de la NBA, el sindicato de jugadores había rechazado la última propuesta de la Liga y decidía disolverse. En contra de cualquier especulación previa, la vía elegida fue la 'disclaimer of interest'. Una opción de disolución, a diferencia de la descertificación en la que son los jugadores quienes se desvinculan del sindicato, donde la cúpula del sindicato renuncia a seguir representando a los jugadores. Aunque las negociaciones estaban muertas y la lucha de egos entre las partes alcanzaban su máxima expresión, era el momento de romperlas de forma drástica y, lo que es peor, hacerlo oficial.

Si se hubiera elegido la tan recurrida 'descertificación' podría haber dado un margen de 45 a 60 días para seguir negociando mientras el Comité de Relaciones Laborales deliberaba dar el visto bueno a la disolución. De esta manera, los plazos se agilizan a la hora de lograr el fin último: presionar a los propietarios. Por tanto, los jugadores pasaron a formar una asociación gremial y pasan a estar regidos por la legislación laboral. La guerra había comenzado y la batalla se trasladaba a los tribunales. Un día tardaron los jugadores en ponerse manos a la obra. Dos demandas, una en Minnesota y otra en Oakland (California), por lo que dicen ser una violación de la ley antimonopolio por parte de la NBA. ¿Qué se busca? Primero, el mandato judicial de un tribunal que bloqueé el cierre patronal y, en segundo lugar, en caso de no conseguir la premisa, buscar una compensación económica por las innumerables pérdidas creadas por el drama que constituye el lockout.

Para tan farragosa tarea, cuentan con la ayuda de dos de los mejores letrados de Estados Unidos en lo que a pleitos deportivos respecta: David Boies y Jeffrey Kessler. El primero permutó su posición al cambiar de deporte. Tras arropar a la patronal en el lockout de la NFL, ahora está de lado de los jugadores. Por su parte, el segundo siempre fue fiel a unos obreros. Rivales y enemigos un día, ahora se mantienen unidos. El tercero en discordia es un hombre incompetente hasta la saciedad llamado Billy Hunter. A muchos les sonará como el director ejecutivo del sindicato. Con su carrera como abogado como principal credencial, se asegura seguir cobrando un sueldo de 2.5 millones de dólares. Algo que no ocurrió con DeMaurice Smith, homónimo de Hunter en la NFL.

Ninguno de los pasos dados es fruto de la casualidad. Más bien, todo lo contrario. La estrategia responde a un guión estudiado al que se quiere ser lo más fiel posible. A priori, el distrito de California cuenta con los tribunales más favorables en cuanto a derechos de los trabajadores. Por su parte, la elección de la gélida Minneapolis viene después de que en las últimas dos décadas siempre se situara de parte de los jugadores, al menos si hablamos de 'touchdowns'. Había que evitar por todos los medios hacerlo en Nueva York. Atendiendo a la historia, en la Gran Manzana se ha sido más favorable a los intereses de los propietarios.

La empresa no salió como se esperaba. Desde Long Beach, pasando por Santa Monica y siguiendo por el innovador núcleo de Silicon Valley, se informó que la vista para la demanda sería el 29 de febrero. Mal asunto. Aunque Boies y Kessler se apresuraron a interponer un recurso que adelantara la fecha, la pasada madrugada los letrados decidían abortar misión en el 'westside' para centrarse en los aledaños de la Ciudad de los Lagos. "Es una cuestión de tiempo. Es más probable que el proceso sea más rápido en Minnesota, aunque creo que el resultado sería el mismo", comenta el propio Boies, centro de todas las miradas en estos momentos. Pese a ello, tampoco oculta su predilección por Minnesota, sobre todo por una mayor celeridad del proceso: “En Minnesota tienen la agenda menos apretada, además allí hay un gran historial de resoluciones rápidas en casos de este tipo", apuntó. A sus 70 años, en su currículum figura el intento de acabar con el imperio de Microsoft. También es conocido por representar al demócrata Al Gore ante George Bush en la pugna por el controvertido resultado de las elecciones de 2000 en el Estado de Florida, decisivas para el devenir estadounidense.

La NBA no ha tardado en responder y, a través de un comunicado emitido por su su vicepresidente ejecutivo Rick Buchanan, ha expresado su opinión sin tapujos: "El señor Boies y su equipo han intentado trasladar el proceso a un foro más amigable con una demanda que carece de fundamento legal”. Detrás del embrollo, algunas voces optimistas como las del periodista Chris Sherindan apuntan a que Boies podría coger el teléfono y contactar con la Liga más de una semana después. Elucubraciones aparte, el abogado siempre se ha mostrado favorable a cerrar heridas y negociar con la NBA pero cuando fuera el momento.

En estos momentos un total de 14 jugadores han sido los que han firmado la única demanda vigente. Entre ellos se encuentran hombres y nombres tan mediáticos como Carmelo Anthony, Kevin Durant, Rajon Rondo o Steve Nash. En la denuncia, tal y como informa la agencia Associated Press, los jugadores expresan que "a pesar de los esfuerzos hechos por el sindicato, incluyendo concesiones como la pérdida de 1.000 millones de dólares en salarios en seis años, la NBA, básicamente, se ha negado a negociar". Así las cosas, y según recogen diversos medios estadounidenses, la Liga tiene hasta el próximo 5 de diciembre para presentar las correspondientes alegaciones ante el juez del distrito Patrick J. Schiltz. 

La guerra sigue, los días pasan y el 10 de enero, fecha límite para salvar la temporada, está más cerca. La amenaza para los propietarios es tan clara que podrían perder el litigio por violar las leyes antimonopolio e incluso tener que llegar a triplicar el pago a los jugadores por daños y perjuicios, aunque sería un proceso demasiado largo y simplemente podría abocar a la desaparición total de la mejor liga del mundo. Pero al fin y al cabo, por el bien de todos, ése no debería ser el camino a seguir.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Alguien deberá ceder

Esta pasada madrugada debería haber comenzado una nueva temporada NBA. Los amigos del insomnio y las solitarias madrugadas frente al televisor, véase computadora en su versión más austera, se hubieran levantado con las primeras ojeras del calendario tras asistir in situ a la presentación del curso baloncestístico 2011/2012. Mark Cuban debería haber observado como Nowitzki y sus chicos recibían una merecida joya con forma de anillo. Sin embargo, nada de eso ha ocurrido. Hace 124 días que los pronósticos más pesimistas tomaron forma. Y es que los 48 encuentros en dos años entre el sindicato de jugadores y los propietarios de las franquicias, intensificados hasta la extenuación con once citas que ascendieron a 87 horas en el último mes, no han cristalizado en un acuerdo que sirva para rubricar un nuevo convenio colectivo (CBA) que rija las relaciones laborales, como mínimo, durante los próximos seis años así como la fecha de inicio de la nueva temporada.

Y es que, tal y como expresó David Stern tras el encuentro del último viernes, “no habrá una temporada completa de NBA bajo ninguna de las circunstancias". Al comisionado pareció no quedarle más remedio que recurrir a la cancelación de dos semanas más de temporada regular. En septiembre se suprimía de manera oficial el comienzo de la pretemporada. El 10 de octubre borró del mapa las dos primeras semanas de competición, del 1 al 14 de noviembre y el pasado viernes día 27 de octubre el primer mes de competición pasaba a mejor vida. Con la cancelación definitiva de todos los partidos del mes, 202 para ser exactos, se estima que propietarios y jugadores perderán 800 millones de dólares. A ello hay que añadir 200 millones más debido a la ausencia de pretemporada.

La distribución de los ingresos totales anuales de 4.300 millones de dólares sigue siendo el principal caballo de batalla. "Ahora habrá que ver de qué magnitud son las pérdidas y hacer nuevos cálculos", sentenció Stern con gesto serio tras el último encuentro. Un encuentro que acabó cuando los propietarios se mantuvieron firmes en un reparto del 50-50 de los ingresos relacionados con el baloncesto (BRI, sus siglas en inglés). "Él (Hunter) cerró su agenda, se levantó de la mesa para irse de la sala de reuniones. Es aquí donde nos encontramos”. Así explicaba a los medios cómo se torcieron por enésima vez las negociaciones. El presidente del sindicato se resiste a bajar “un céntimo” del 52%. Recordemos que en anterior convenio el trozo del pastel para jugadores y propietarios se repartía en una proporción de 57-43. Además, se molestó en aclarar que “los dueños una vez más no actuaron de buena fe en la negociación y se demuestra cuando llegan los puntos claves en los que se espera se acerquen posiciones y se limitan a decir que ellos tienen que cuadrar sus cuentas. La oferta del 50-50 saben que no es justa y volvieron a engañarnos". A efectos prácticos, los dos puntos porcentuales BRI representan 80 millones de dólares. ¿Insalvables? Hasta el momento así ha sido.

Ahí no queda la cosa. Hay otros puntos, con una naturaleza más residual en cualquier caso, que mantienen encendida la mecha. Los propietarios solicitan que los equipos que superen el límite salarial, y que por tanto sean penalizados con el impuesto de lujo, no se puedan acoger a la figura del ‘sign and trade’, contrato en el que un equipo le ofrece un salario a un jugador y posteriormente lo vende a otra franquicia (véase el caso de Carmelo Anthony con los Nuggets el pasado febrero antes de recalar en el Madison). Los dueños quieren que tenga una vigencia de diez años mientras que los jugadores quieren incluir una claúsula de ruptura a los seis o a los ocho. Por último están las ganancias anuales. Con el convenio que expiró el pasado 1 de julio, los jugadores acogidos a la ‘Bird exception’ (las franquicias pueden superar el límite sin penalización si firman a un agente libre propio) podrían aumentar sus ganancias anuales un 10.5% y el resto un 8%. Ahora los propietarios quieren reducirlas hasta un 50%. Resultado: la vida sigue igual y ninguna de las partes estableció una fecha para retomar los contactos.

Con todo y con eso, se cree que los agotadores encuentros dieron con algunos puntos en común. De hecho, según publicaba el New York Times el pasado lunes el acuerdo es del 95%. Así se parece que se ha dado luz verde a aspectos entre los que destacan: una menor duración de los contratros garantizados, de seis a cinco años en el caso de los jugadores acogidos a la ‘Bird exception’ y de cinco a cuatro para el resto, el sustancial endurecimiento de la tasa de lujo o una claúsula de amnistía que permita cortar a jugadores a los que aun siguiendo abonando sus salarios, éstos no computen en el límite salarial.

Sin embargo, para los dueños esa concesión no es suficiente. Aun con la soñada distribución 'fifty-fifty', la reducción de la perdida de los 300 millones de dólares que tuvieron la pasada temporada se quedaría en 280 millones de dólares. Los dueños, en una utópica propuesta inicial, habían solicitado dar un 40% a los jugadores y quedarse ellos con el 60%, por lo que llegar hasta un 50% es considerado por Stern como una gran concesión, que no se da en ninguna de las otras ligas profesionales que hay en Estados Unidos. Pero la diferencia con el fútbol americano (NFL) y las Grandes Ligas de beisbol (MLS) es que nunca en su historia los jugadores recibieron tanto al tiempo que disponían de un límite salarial "flexible", exenciones y contratos garantizados de larga duración. Si los tuvieron los jugadores de la liga nacional de hockey sobre hielo (NHL) hasta que llegó la firma del último convenio colectivo que generó la huelga en el 2004-05 de toda la temporada completa. El conflicto acabó cuando los jugadores aceptaron los puntos claves que reivindicaban los dueños, que al igual que los de la NBA tuvieron que cambiar un modelo económico que era deficitario.

Aún llegandose a un acuerdo en hipotéticas reuniones futuras, los más optimistas que pronostiquen acuerdo a la vista deberán esperar cosa de un mes más para ver un partido de temporada regular. Así ocurrió en la campaña 1998/1999, cuando el acuerdo se hizo oficial el día de Reyes y el primer encuentro de la recordada como la 'temporada del asterisco' se jugó el día 5 de febrero. La explicación de este lapso de tiempo es la siguiente: desde que se llegue a un principio de acuerdo hasta que se redacte, apruebe y se rubrique con la protocolaria firma pasarían entre 10 y 15 días. Momento para abrir una breve pretemporada y un apasionante mercado de fichajes (muchos agentes libres optan a contrato) que retrasarían el inicio entre otros 10 y 14 días más. “Se necesita un mes para empezar la temporada y noviembre ya se ha perdido”, dijo Stern.

¿Qué es el BRI?


Como ya hemos comentado en alguna ocasión, Larry Coon, quizá la voz más experta en lo que a salarios y reparto del dinero se refiere, desglosó lo que está incluido en el BRI. El punto más caliente en las negociaciones engloba las entradas durante la Liga Regular y playoffs, derechos de retransmisión, parking y las ganancias generadas en: partidos de exhibición, promociones de equipos, patrocinadores, campus de pretemporada, ventas de bebidas, el 40% de las suites de lujo de los pabellones, las localidades premium, el 40% de la firma de los pabellones, entre el 45% y el 50% de los 'naming rights' (cantidad desembolsada porque el arena de una franquicia se relacione con una determinada empresa) de los pabellones, la concesión de las tiendas de los pabellones. Ahí no queda la cosa. Hay otros elementos que siguen sumando dólares a la lista. En ellos habría que incluir las retribuciones generadas en los All Star, Open McDonald's y otros eventos similares así como los derechos de televisión internacional y lo generado por NBA Properties.

Mientras… Multas, escisiones y malos entendidos


Micky Arison, judío americano de ancestros rumanos, es un hombre rico y sin complejos al tiempo que ejerce como dueño de los Miami Heat. El pasado viernes se llenó de gloria y entró al trapo con algunos aficionados vía twitter. Con ellos intercambió algunas frases para el recuerdo que le han valido una sanción de 500.000 dólares. Calderilla para un multimillonario que, entre otras cosas, surte de exquisitas hamburguesas a los pasajeros de sus cruceros. Todo empieza cuando uno de tantos furiosos fans acusó a Arison de ser un "cerdo ambicioso". Arison respondió que estaba "ladrando al dueño equivocado". La frase fue suprimida de su ‘timeline’ poco tiempo después. Otro internauta le sugirió: "Sé que en este punto no es nuestra culpa. Se ha convertido en un juego de niños, hombres adultos tomando decisiones estúpidas por dinero". “Exactamente”, respondió. Como último regalo aprovechó la mención de un aficionado para defender su papel. "Ustedes, los propietarios, no se preocupan para nada por los fans", expresó un aficionado. Arison sentenció: "Equivocado, nos preocupamos mucho". Aclarar que Stern prohibió a los dueños de los equipos hacer cualquier comentario sobre el conflicto.

De sus palabras se desprende el supuesto distanciamiento entre los propietarios que ya apuntó en su día Billy Hunter tras una de las reuniones. Según sus declaraciones parece que los máximos dirigentes de las franquicias punteras, donde se incluye al propio Arison junto a nombre como los de Jim Dolan (Knicks), Mark Cuban (Mavericks) o Jerry Buss (Lakers) sí que estarían por la labor de acercar posturas. ¿Bipolaridad NBA cuando se pretende todo lo contrario? Juzguen ustedes mismos. Aunque esta vez la sanción sea ejemplarizante, no es la primera ocasión que el 'jefecito' Stern calma los ánimos con elevadas multas. Ted Leonsis, propietario de los Washington Wizards, fue multado el pasado año con 100.000 dólares por hacer comentarios públicos sobre las pretensiones de un limite salarial duro por parte de los dueños. Sin ir más lejos, el mismísimo Michael Jordan, accionista mayoritario de los Charlotte Bobcats, pecó de ingenuo y comentó a un medio australiano la insostenibilidad del actual modelo de negocio que rige la NBA.

El revuelo también llega en el seno del sindicato de jugadores donde la rumorología apuntaba que la bicefalía Hunter-Fisher no pasa por su mejor momento. Se ha especulado ante la posible traición del base de los Lakers quien se decía podría haber negociado con la liga a espaldas de su presidente ejecutivo. Desacato a la autoridad papal de los jugadores que el jugador de 37 años se ha apresurado en desmentir a través de una combativa carta a los jugadores haciendo una clara llamada a la unión. "El intento por parte de 'fuentes' de dividirnos será infructuoso. Continuaremos trabajando cada día para hacer lo correcto para ti, el negocio del que depende nuestra liga y nuestros aficionados", sentenció. "Cualquier información contraria es falsa. No ha habido acuerdos ni negociaciones por separado, o algo cerrado. Estamos unidos en serviros y en presentar las mejores opciones para que todo el mundo vuelva a trabajar", rezaba un extracto del escrito que publicaba el martes la ESPN.

Kobe, el que más pierde


Bajo el título de 'el dinero perdido nunca se encuentra', el portal 'hoopsworld' expone con súbita claridad el cálculo sobre la pérdida de emolumentos por parte de los jugadores. El mes de noviembre es el primero del año en la temporada NBA. Justo cuando los cheques comienzan a asomar la cabeza. Unos cada quince días y otros cada mes, los jugadores reciben la traducción en forma de dólares de los servicios prestados. Un dinero irrecuperable a día de hoy. El salario mínimo de la liga viene fijado por los años de experiencia. Independientemente de esto último, un novato que no haya sido drafteado puede firmar un contrato mínimo de al menos 473.604 dólares; mientras, un veterano con diez años en la liga a cuestas puede acogerse al salario mínimo de veteranos cifrado en 1.352.181 dólares. Estas dos escalas acumularán unas pérdidas que osiclan entre los 80.500 y los 230.000 dólares.

El dinero vuela y escapa al alcance de las estrellas. Hombres que, aun siendo capaces de seguir haciendo caja con la misma facilidad que se fabrican un tiro durante un partido, son los mayores damnificados. En cabeza anda un tal Kobe Bryant a quien la broma le cuesta 4.3 millones de dólares. Tras él, los otros tres miembros del club de los 20 millones de dólares: Rashard Lewis (3.77), Tim Duncan (3.6) y Kevin Garnett (3.6 ). Ya en una segundo escalafón encontramos a nombres tan destacados como Dwyane Wade (2.64) y Chris Bosh (2.72); por último, Deron Williams, Chris Paul y Elton Brand dejarán de ver entre 2.75 y 3 millone, una cifra similar a la que se verá obligado a perder Pau Gasol. Imaginen pues cómo andarán los denominados hombres de la clase media. Pese a ello, cada uno de los cerca de 450 jugadores que componen la liga recibirá una jugosa propina de 100.000 dólares. Cantidad proveniente del llamado depósito de compensación, diferencia entre lo que les correspondería y lo que efectivamente han recibido, derivado del expirado convenio colectivo. La NBA se los devuelve de manera gentil después de que en la pasada campaña no alcanzaran el 57% del BRI establecido.

Así las cosas, el número de jugadores que han optado por hacer las maletas para jugar en el extranjero ha descendido hasta 65, 22 de los cuales no contemplan en su contrato una cláusula de regreso en caso de que se solucione el conflicto, la gira de partidos de exhibición pretendida por algunas de las principales estrellas ha caído en saco roto y se prevé la posibilidad real de que el mediador federal George Cohen, el mismo que abandonó exhausto las negociaciones, vuelva al campo de batalla para los futuros encuentros. Unos encuentros que si bien no dejan de ser hipotéticos parecen obligados a tornarse en realidad en poco tiempo. Señales a las que todos los que deseamos que el baloncesto no pare nos aferramos como un clavo ardiendo para intentar mirar al futuro con optimismo. Todo indica a que deberán ser los jugadores quienes tiendan la mano finalmente. Así lo han aseguran algunas fuentes de la liga que forman parte activa de las negociaciones al portal ‘Yahoo’: "Billy no puede decir que el 52% o nada, e irse de nuevo”no se puede decir que es 52 o nada, y salir de nuevo. Y continúa: “Eso no volverá a suceder. Es hora de que los jugadores tomen una decisión sobre esto y no habrá otro cheque perdido antes de que lo hagan”. Pues bien, el pasado miércoles el amigo Hunter, a imagen y semejanza de Derek Fisher, hizo pública otra carta con el mismo sustrato combativo en el que se pretende hacer un llamamiento a la unidad y sublevación del 'obrero' ante la opresión del 'patrón'. "Tú papel es importante y los propietarios tienen que saber que vamos a ser fuertes hasta que lleguemos a un acuerdo justo, y no uno condicionado y forzado. Hemos estado preparándonos para este momento durante dos años y ahora estamos aquí", consta en el escrito. Aparquen sus egos, negocien y lleguen a un acuerdo pero no priven al mundo del mejor baloncesto del planeta. Según informó el periodista de la ESPN Ric Bucher, los miembros del sindicato de jugadores volverán a reunirse este jueves para trazar la línea a seguir en futuros encuentros.

¿Los Celtics quieren esperar?


Paradójicamente, no todos son los que en principio prefieren un regreso inmediato de la competición. Hay gente a la que el 'tran-tran' no perjudica en exceso. "Notaremos mayor frescura en las piernas". Son las palabras Rajon Rondo. Uno de los mejores bases de la NBA habla con conocimiento de causa. Sacadas de contexto pueden sonar descabelladas. Pero a efectos prácticos, lo esgrimido por el base del equipo del trebol contiene una lógica aceptable. Más allá de los millones de dólares que queden por el camino, los Celtics son un equipo veterano. tres de sus cinco titulares a la par que piedras angulares en el sistema, Paul Pierce (34), Ray Allen (35) y Kevin Garnett (36), superan con creces la treintena y se acercan irremediablemente a sus últimas peripecias sobre un parqué NBA. Si a ellos le sumamos otro ilustre como Jermaine O'Neal, con 33 de almanaque y unas rodillas demasiado trilladas en combate. "Los compañeros tienen que estar mental y físicamente preparados para cuando la liga comience", sentenció el pasado lunes en declaraciones a 'Yahoo' el exitosamente musculado director de orquesta.

Sea como fuere, lo cierto es que por ahora tendremos que conformarnos con una retaila de anuncios para hacer más amena la angustiosa espera. El eslogan, el de siempre: Basketball Never Stops (El baloncesto nunca para).

martes, 1 de noviembre de 2011

Una década dorada

1 de noviembre de 2001. La Pirámide de Memphis rebosa tranquilidad. Se dispone a acoger con los brazos abiertos a los Grizzlies, la joven franquicia proveniente de la ciudad canadiense de Vancouver. Y allí, un joven de 21 años inicia la aventura más importante de su vida. Con solo tres años de experiencia en la ACB, Pau Gasol decide dar el salto, previo pago de 425 millones de las antiguas pesetas a su antiguo club, y convertirse en el segundo español en jugar en la NBA tras el difunto Fernando Martín. Su gran campaña con el Barcelona de Aito, donde compartió vestuario con los Karnisovas, Jasikevicius, Rentzias, Navarro, Dueñas, Elson, De la Fuente y compañía, le sirvió para conquistar la Liga y la Copa del Rey además de labrarse un nombre en el panorama baloncestístico internacional. Tras la foto con el Rey Juan Carlos en el palco del Martín Carpena recibiendo el MVP de la Copa, colosal actuación ante el eterno rival incluida, llegó la instantánea con David Stern en el Madison Square Garden. Con un traje muy a la americana, salió para estrechar su mano al mandamás de la mejor liga del mundo. Atlanta Hawks le seleccionó en el puesto número tres del draft pero decidió traspasar sus derechos a los Grizzlies a cambio de un valor en alza como Shareef Abdur-Rahim.

El día después de su presentación con todos los honores por parte del equipo en el Salón San Luis del Hotel Downtown Marriot, el periodista Ronald Tillery escribía en un artículo publicado en el diario local 'Commercial Appeal': "Más nos vale que sea bueno". Y vaya si lo fue. 40 días después de tomar un vuelo lleno de ilusió desde El Prat dirección a Tennesse, previa escala en Atlanta, llegó el esperado momento. Aunque el día anterior Michael Jordan acaparó todas la miradas en su regreso en 'La Catedral' con 38 años para deleitar a los aficionados con su última etapa como profesional en los Wizards, el debut de Pau no pasó en absoluto desapercibido.

Su familia estaba allí para apoyarle. Tampoco quisieron perderse el histórico momento 200 aficionados desplazados desde Barcelona. No tuvo un gran día. 4 puntos, 4 rebotes y 1 asistencia en la derrota ante los Detroit Pistons por 80-90. En parte, pagó la novatada. "Me han podido los nervios", reconocía a los medios españoles que cubrieron el evento. Pero el orgullo, la raza y el coraje, se dejaban vislumbrar desde muty temprano como sus señas de identidad: "Que nadie dude que voy a seguir dando el callo en cada encuentro y que voy a hacerlo mucho mejor. Mi margen de mejora es amplio y creo que puedo hacerlo bastante bien. Quiero ser un gran jugador ya en esta temporada". Fue el comienzo de un cuento de hadas del que todavía no ha despertado.

A pesar de expresar que “aún he de aprender mucho para aportar más cosas a mi equipo” la temporada regular le colocó en su sitió y el hombre de las 'alcachofas' de San Boi pronto se hizo un hueco y se ganó el respeto de las grandes estrellas. Garnett, Duncan o Robinson sufrieron las diabluras en la pintura de un 2,16 con mucha rapidez, soltura en sus movimientos interiores y una mano de cuatro metros que no permitían darle demasiado espacio. En el segundo partido en la NBA donde Pau firmó 14 puntos, 5 rebotes, 2 asistencias y 2 tapones, KG quiso marcar su territorioe hizo gala de su habitual chulería tratando de amedrentarle. Días más tarde, Pau le respondió con un mate en sus narices. “Un, dos, tres, olé”, espetó eufórico el comentarista de la televisión americana.



Diez años después de aquello Pau recuerda sus primeros instantes en la NBA con la misma memoria, aunque con diferentes impresiones, del cuarto encuentro de las finales del Oeste de la pasada campaña. "Es algo que queda. Y siempre he tenido buena memoria. La primera fue un contraataque, un pase de Jayson Williams y una carrera por el medio de la cancha. No fue bien ese partido. Salí con tensión desde el banquillo. Mis compañeros apenas me conocían, no sabían lo que podía rendir, ni cómo jugaba, aseguraba en una entrevistaba publicada por Robert Álvarez en El País el pasado lunes. 

Poco tardó el joven 'blanquito' llegado de Europa en presentar credenciales. El cuarto partido fue otro cantar y como un compañero “se lesionó en el calentamiento previo" al choque, permitiendo a Gasol disfrutar de una inesperada titularidad que no abandonaría hasta el final de campaña. 27 puntos ante los Phoenix Suns fueron su respuesta Como si fuera algo natural, Gasol acabó la temporada con 82 partidos en sus priernas, 79 como titular, siendo el líder estadístico de la franquicia de Tennessee. 17.6 puntos, 8.9 rebotes y 2.7 asistencias en 36.3 minutos por noche bien valieron un galardón como mejor 'rookie' del año. Un inicio que solo sería el primer paso de una meteórica carrera plagada de éxitos.

El deporte, como la vida, es un ciclo. La sonrisa dio paso a la apatía y la amargura del estancamiento y la derrota como forma de vida, relativizada en cualquier caso por los millones de dólares de un brillante contrato y el poder hacer lo que más gusta. Su ascenso con los Grizzlies no cesó. Las tres primeras presencias consecutivas en playoffs (2004, 2005 y 2006) de los imberbes Grizzlies, con sus correspondientes barridas, constituyen solo una parte del legado que dejó sobre el parqué el mejor jugador que ha pasado hasta el momento por la ciudad que vio nacer a Elvis Presley. Tras este trienio de alegrías llegó un año y medio de soledad en ataque que dejó al equipo con un paupérrimo balance de 22 victorias en 2007.

Pero Pau contaba con el respeto labrado años atrás y pudo reconducir su futuro. Los Lakers apostaron fuerte y Memphis observó con pena y sin rechistar la marcha de su ídolo. Siempre le agradecieron de forma emotiva los servicios prestados durante los seis años y medio en los que se dejó la piel en cada partido. Kwame Brown (número 1 del draft de 2001), Javaris Crittenton y Aaron McKie, dos primeras rondas de los drafts de 2008 y 2010 y los derechos que los Lakers tenían sobre su hermano Marc Gasol hicieron posible la operación. A sus 31 años, con dos anillos y presencias en un All-Star a sus espaldas, se enfrenta a un futuro incierto.. Tras su renovación por la franquicia californiana por tres años (efectivos desde la 2011/2012 hasta la 2013/2014), el jugador debería percibir este año unos 18.714.150 de dólares que irremediablemente se verán menguados. El actual lockout q ue mantiene bloqueado el inicio de la temporada lo ha impedido. Perderá dinero, se calcula que unos tres millones de dólares, pero no la ilusión por seguir creciendo y desquitarse de un año duro con los Lakers se mantendrá intacta. Tendremos Pau para rato.

Aquí os dejamos un vídeo del debut de 'E.T.' con los Grizzlies aquel mágico 1 de noviembre de 2001. Al aparato, dos hombres que han contribuido a engrandecer más si cabe este deporte: Andrés Montes y Antoni Daimiel.

lunes, 10 de octubre de 2011

Estado de espera

Hubiera sido una gran noticia. Lamentablemente la vida sigue igual. Cuando nadie esperaba ningún movimiento en las eternas negociaciones entre jugadores y propietarios, con el Comisionado Stern y su subalterno Adam Silver como testigos directos, hasta este lunes, la NBA convocó una reunión de urgencia el pasado domingo con el fin de intentar avanzar y seguir acercando posturas. Pero no. El domingo tampoco era el día para desbloquear una situación que pone en peligro el comienzo de la próxima temporada. El Upper East Side Hotel de Manhattan fue de nuevo el lugar elegido para la cita. Tras más de cinco horas y media de encuentro entre las partes el conflicto siguen en el mismo punto que el pasado martes, día en el que tuvo lugar la última reunión.

Fue en aquel momento cuando el Comisionado David Stern, tras confirmar la cancelación de toda la pretemporada, advirtió que si el 10 de octubre las posturas no convergían en un punto la NBA vería como se suspendían las dos primeras semanas de Liga Regular. De este último encuentro poco ha trascendido a los medios. A la salida del hotel Stern se limitó a hacer una escueta declaración: “No tenemos nada que decir, continuaremos mañana por la tarde”. Sí se sabe, tal y como informa el periodista de la cadena CBS Ken Berger, uno de los profesionales más activos en este periodo de cierre patronal, que el tema principal a tratar era algo que él mismo califica como 'problemas del sistema' y que incluye todo lo relacionado con el límite salarial duro (hard cap), el impuesto de lujo (luxury tax), eximiento el verdadero caballo de batalla: el reparto de los ingresos relacionados con el baloncesto (BRI) entre jugadores y propietarios.

Por parte de los trabajadores el único que habló ante los medios fue el presidente del sindicato de jugadores Derek Fisher. Aunque más dicharachero que Stern, no dejó ninguna frase para la posteridad. “Ha sido una otra reunión intensa y en la que ambas partes hemos intentado seguir avanzando en busca de un acuerdo. Y lo volveremos a intentar mañana otra vez". Tan intensa que se pudo ver a Stern sin corbata a la salida del edificio situado en el corazón del downtown neoyorquino.

Antes del fin de semana, los jugadores se habían plantado en no ceder más allá del 53% de los ingresos mientras que los propietarios, 12 de los cuales se encuentran entre las 400 personas más ricas de Estados Unidos según la revista Forbes, seguían aspirando a un reparto igualitario que dejara las cosas en un 50-50. Cabe recordar que en el anterior convenio colectivo que rigió las relaciones laborales en la mejor liga del mundo de 2005 hasta el pasado 1 de julio.

Tal y como señala Berger, si hay algo que podemos dar por sentado es que, a estas alturas, con 101 días de parón, la lucha que libran las partes hace tiempo que dejó de ser estríctamente económica para dar cabida también al ego. Realmente el 50-50 es un un sueño viendo el devenir de los acontecimientos desde principios de verano. La liga ofrece un intervalo del 49-51 del BRI. Los jugadores, según informan desde el otro lado del charco, se encuentran entre el 51-53 de la tarta. Informa Berger que esas fueron las proposiciones informales durante las conferencias de la pasada semana en las que estuvieron presentes dos ilustres como Kobe Bryant y Kobe Garnett. Dos hombres que llegaron a la liga directamente del 'High School' y se convirtieron en algún momento de sus carreras en los jugadores mejor pagados de la NBA.

Berger retrata las posibilidades que podrían darse así como sus consecuencias. Un 2% de la tarta viene a representar unos 80 millones de dólares. Una reparto de 51,5 para los jugadores y un 48,5 para los propietarios tampoco sería viable dado que los propietarios no lograrían compensar las pérdidas de 300 millones de dólares que acreditaron en el pasado curso. Más allá de suposiciones, por el momento sigue vigente el 50-50 de los propietarios y el 53-49 de los jugadores. Este último 53-49 generaría unas diferencias de 393 millones de dólares a repartir durante los próximos seis años que durara el nuevo convenio colectivo (CBA). Por su parte, si el acuerdo no llega y se confirma la cancelación de las dos primeras semanas de competición, cada parte perdería 200 millones.

Para los que echan de menos el espectáculo, aquí dejamos algunas imágenes del South Florida All-Star Classic organizado por Dwyane Wade y LeBron James. Victoria del Wade Team en la prórroga (141-140) gracias a los tiros libres del base-escolta de los Heat a 3.2 segundos del final.

sábado, 8 de octubre de 2011

Sin vuelta atrás

Cien días de lockout y todo sigue igual. No hay acuerdo entre las partes en conflicto. La firma del nuevo convenio colectivo (CBA) que rija las relaciones laborales en la NBA es todavía una incógnita. En el último encuentro entre jugadores y propietarios celebrada el pasado martes en Nueva York se suspendió de manera oficial el resto de la pretemporada. Era la confirmación de que el acuerdo está lejos al tiempo que la cancelación por parte de la liga de las dos primeras semanas de competición adquiere peligrosamente la categoría de realidad. "No hemos hecho los progresos que queríamos: no podemos continuar con la negociación", comentaba el Comisionado de la liga David Stern. Las propuestas de la patronal siguen sin convencer a unos trabajadores cada vez más implicados y dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de salvar unos millones de dólares. "Ese movimiento no es lo suficientemente significativo como para acercar posturas”, declaró Billy Hunter a la cadena CBS. Tal y como ha venido ocurriendo desde que comenzara el cierre patronal, los jugadores, independientemente de las negociaciones y las distancias, tienen clara una cosa: quieren jugar. Pero no lo harán a cualquier precio. Al menos de momento.

El pasado sábado, en la Universidad de Florida, algunas estrellas volvieron a reunirse para disputar el enésimo partido benéfico de este prolongado verano. El South Florida All-Star Classic, organizado por LeBron James y Dwyane Wade permitió a los aficionados seguir disfrutando del espectáculo. 141-140 en la prórroga para los 'amigos de Wade' tras dos tiros libres convertidos a falta de 3.2 segundos del final por el base-escolta de los Heat. Como ya ocurriera en pasadas exhibiciones algunos jugadores lucieron con orgullo el lema 'Basketball Never Stops' (el baloncesto nunca para) en sus camisetas de calentamiento dejando patente una vez más sus deseos. Tras el encuentro, el pesimismo de algunos jugadores fue la nota predominante. Carmelo Anthony, que el pasado febrero firmó una extensión de su contrato con los Nuggets de tres años y 65 millones de dólares ante de aterrizar en el Madison, fue rotundo en su mensaje: “Van a cancelar las dos primeras semanas de temporada. Entonces ya veremos que pasa. Si quieren dejarnos sin jugar, que nos dejen pero vamos a permanecer unidos".

Por su parte, otros reivindicaron su deseo de seguir haciendo lo que mejor saben. Dorell Wright apeló al 'show' y miró de reojo a los desesperados aficionados que desean que de una vez por todas acabe su particular pesadilla. “Has podido ver la forman en la que hemos jugado. Queremos jugar”, dijo el escolta de los Golden State Warriors. LeBron, en el papel de gran icono mediático, quiso tranquilizar a la parroquía: “Jugaremos cualquier día y en cualquier momento. Por eso estamos aquí esta noche, dando a nuestros fans lo que se merecen y haciéndoles saber que independientemente de lo que pase con nuestra situación vamos a seguir jugando y lo haremos a un nivel muy alto”. La propuesta seduce pero más lo haría poder verle abarrotando el Americans Airlines Arena.

BRI, la sigla de la discordia


Los Basketball Related Income (Ingresos relacionados con el baloncesto) representan el núcleo duro del conflicto. Hasta ahora, los jugadores se hacían con el 57% del pastel por el 43% de los propietarios. En un primer momento los dueños de las 30 franquicias, 22 de las cuales reconocen haber acumulado pérdidas la pasada campaña que ascienden a 300 millones de euros, propusieron reducirlo hasta un 46%, que aumentó hasta el 47% tras conocerse las intenciones de los jugadores de ceder y bajar sus pretensiones hasta el 53%. En los últimos 28 años los jugadores nunca recibieron menos. Por su parte, la liga sueña con un reparto equitativo de las ganancias. Un 50-50 que por el momento no están dispuestos a aceptar. "El 53 es nuestro número", aseguró Billy Hunter, director ejecutivo del sindicato de jugadores.

Ese 3% es la causa y el origen del oscuro panorama. Cantidad que algunos tacharán de insignificante pero que representa la nada desdeñable cifra de 120 millones de dólares. Los propietarios querrían por todos los medios aumentar esos siete puntos porcentuales en los ingresos (del 43 al 50) que se traducirían en 280 millones de dólares válidos a la hora de compensar las supuestas pérdidas.

Larry Coon, quizá la voz más experta en lo que a salarios y reparto del dinero se refiere, desglosó hace unos días lo que está incluido en el BRI. El punto más caliente en las negociaciones engloba las entradas durante la Liga Regular y playoffs, derechos de retransmisión, parking y las ganancias generadas en: partidos de exhibición, promociones de equipos, patrocinadores, campus de pretemporada, ventas de bebidas, el 40% de las suites de lujo de los pabellones, las localidades premium, el 40% de la firma de los pabellones, entre el 45% y el 50% de los 'naming rights' (cantidad desembolsada porque el arena de una franquicia se relacione con una determinada empresa)  de los pabellones, la concesión de las tiendas de los pabellones. Ahí no queda la cosa. Hay otros elementos que siguen sumando dólares a la lista. En ellos habría que incluir las retribuciones generadas en los All Star, Open McDonald's y otros eventos similares así como los derechos de televisión internacional y lo generado por NBA Properties.

Más allá del tan discutido BRI, existen otros 'flecos' que sirven sino para complicar la difícil situación. Según informó detalladamente la ESPN a principios de mes, los multimillonarios propietarios consideran oportuna una reducción progresiva de los salarios totales: el cinco por ciento la próxima campaña, el 7,5 la 2012/2013 y hasta del 10 por ciento en la 2013/2014. No crean, aún hay más. Un impuesto de lujo proporcional al gasto. De esta forma quien sobrepase el límite salarial, fijado en 70 millones de dólares pagará dos dólares por cada dólar de más, tres en caso de que se superen los 75 y cuatro en caso de que la cifra exceda los 80.

Otras medidas menos conocidas para el gran público exigidas por los propietarios son: inhabilitar la posibilidad de firmar por un equipo para ser traspasado (el conocido como 'sign and trade') además de la excepción bianual por valor de dos millones de dólares; controlar la ‘Bird exception’, recurso por el que las plantillas pueden superar el límite salarial para rescatar a sus propios agentes libres, a un jugador por temporada; recorte de la ‘mid level exception’, de los 5,8 millones de dólares hasta los tres millones anuales al tiempo que se pretende limitar los contratos de la clase media a un máximo de tres campañas en contra de las cinco vigentes. A falta de la esperada, como tantas otras, reunión del próximo lunes estos son los puntos calientes puestos sobre la mesa de negociación. El abanico es bastante reducido: el fin del lockout o, ante la más que previsible falta de acuerdo, la pérdida de partidos oficiales como ya ocurriera hace ahora trece años.

En caso de acuerdo, ¿cuándo arrancaría la temporada?



Aunque el desbloqueo roce la utopía, existen razones de peso que
harían dar la vuelta a la tortilla. Presionar y dar rienda suelta al sentimiento coorporativista no garantiza el éxito. Los propietarios tienen la sarten por el mango y los jugadores, aunque traten de ocultarlo y hacerse fuertes, lo saben. Si Hunter, Fisher y compañía se niegan a firmar la propuesta del 50-50 la liga no empezará como mínimo hasta mediados de diciembre. Según explica Coon, este hecho supondría un coste de 800 millones de dólares en salarios, muy superior al recorte que originaría la firma de un convenio equitativo para los próximo seis años. Por otro lado, y con el fin de 'seducir' su oferta, los propietarios estarían dispuestos a no incluir un 'hard cap' (límite salarial duro) tan austero y prohibitivo como el explicado anteriormente. Algo que deja a los jugadores entre la espada y la pared. Si el mencionado 'hard cap' se hace efectivo el cinturón de las franquicias deberá abrocharse con la indeseable reducción de salarios para los jugadores.

Otro método de presión, más sucio en este caso, es dejar que pase el tiempo tal y como reconocía con resignación Hunter: “La idea de algunos propietarios es que una vez que los jugadores dejen de cobrar sus cheques, se ablandarán y cederán". Si las sospechas se confirman, los jugadores dejarán de cobrar automáticamente sus primeras nóminas (cobran su salario en 8 meses, de junio a noviembre) y los nervios harán acto de presencia, sobre todo en la mayoritaria clase media que mira desde abajo las astronómicas cifras de las estrellas. En ese caso, los multimillonarios propietarios tendrían que echar mano de la calculadora y ver si les compensa acumular pérdidas en derechos de televisión, entradas o merchandising.

Los más optimistas que pronostiquen acuerdo a la vista deberán esperar cosa de un mes para ver un partido de temporada regular. Así ocurrió en la campaña 1998/1999, cuando el acuerdo se hizo oficial el día de Reyes y el primer encuentro de la recortada temporada se jugó el día cinco de febrero. La explicación de este lapso de tiempo es la siguiente: desde que se llegue a un principio de acuerdo hasta que se redacte, apruebe y se rubrique con la protocolaria firma pasarían entre 10 y 15 días. Momento para abrir una breve pretemporada y un apasionante mercado de fichajes (muchos agentes libres optan a contrato) que retrasarían el inicio otros diez días más.

Como diría el gran Stephen Jackson: ¡¡F*** the Lockout!!

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Vuelta a los orígenes

El baloncesto ha vuelto. Un año más, Asefa Estudiantes inicia la temporada con ilusiones renovadas. Las mismas que cualquier equipo antes de un nuevo curso baloncestístico pensarán algunos. Sí, pero con matices. En el Ramiro están de enhorabuena. Tras años de vaivenes, el equipo baja el telón para recuperar la fórmula del éxito. La misma que le llevó a ser un fijo en las eliminatorias por el título de la ahora renombrada Liga Endesa (recuerden, el márketing siempre gana) y tener garantizada una plaza en alguna competición continental de mayor o menor prestigio.

Desde el centro de operaciones del Magariños la reestructuración del grupo es un hecho. Ocho jugadores del primer equipo (Nik Caner-Medley, Josh Asselin, Jiri Welsch, Tyrone Ellis, Pancho Jasen, Albert Oliver, Sergio Sánchez y Marc Blanch), nueve si incorporamos al técnico Luis Casimiro, dicen adiós. A todos, gracias por los servicios prestados. Sin embargo, la idea es otra. En una época en la que el deporte, a todos los niveles y disciplinas, presume de valores, el ‘Estu’ se ha propuesto recuperar los suyos. Los mismos que recordó el gran Pancho Jasen en su emotiva carta de despedida el pasado verano. Cantera, esfuerzo, coraje, ilusión y sacrificio podrían conformar el cinco inicial de una plantilla que regresa a sus raíces.

Por encima de la complicada situación financiera, un lastre con el que la entidad ha lidiado desde hace algunos años y que alcanzó su mayor expresión en febrero de 2010 cuando el concurso de acreedores era la única solución, están las ganas por volver a recuperar el terreno perdido. La nostalgia invade a los ‘dementes’ cuando recuerdan a un yogurín, aunando la inconsciencia y el desparpajo propio de la edad, llamado Sergio Rodríguez poner contra las cuerdas en el Palau a los Navarro, Bodiroga, Fucka y compañía en un emocionante quinto encuentro de las finales ACB. Corría la temporada 2003/2004 y aquel grupo hizo recordar por un momento a los años dorados, con la copa del Rey del año 2000 en Vitoria o con la final de la Korac perdida ante el Barcelona en 1999. Dos románticos acontecimientos que hoy, a pesar de quedar lejos en el tiempo, más que nunca siguen vivos en las retinas de la afición estudiantil.

Y ese más que nunca tiene nombre y apellidos. En este caso por partida doble: Pepu Herández y Carlos Jiménez. Ilustres personajes, historia viva de Estudiantes que vuelve con energías renovadas tras unos años lejos pero con un nostálgico ojo mirando, aunque fuera de reojo, a la actualidad del Ramiro. Pepu regresa tras seis temporadas en las que no ha hecho más que consagrar su carrera a nivel profesional. Como seleccionador llevó al combinado nacional al cetro mundial en 2006. Aquel año, sin pensar en una futura vuelta, recibió la insignia de oro del club. Lo que pasó más tarde es sabido por todos: el ‘conflicto de intereses’ de uno (José Luis Sáez, presidente de la Federación Española de baloncesto) y los ‘motivos personales’ alegados por la otra parte en conflicto (el propio Pepu) privaron al último de encabezar la expedición consiguió la plata en los Juegos de Pekín en 2008. Ya fuera en el coso taurino de Vistalegre, el Madrid Arena de la Casa de Campo o el rejuvenecido Palacio de los Deportes, nadie se olvidó ni un momento del movimiento de su media melena en los momentos de tensión. Tampoco del lunar y la perpetua barba que cubre parte de su rostro otorgándole un carácter único ‘made in’ Estudiantes. Entre unas cosas y otras, como entrenador de cantera, técnico asistente del primer equipo y máximo responsable del banquillo, más de 30 de los 53 años llenos de salud y vitalidad que le contemplan los ha pasado aquí, en casa.

Algo similar, esta vez vestido de corto y dentro del parqué, ocurre con Carlos Jiménez. El incombustible alero regresa a su ciudad con 35 años, cinco después de fichar por el Unicaja de Málaga, alcanzar los 600 partidos en ACB y acumular en su palmarés seis medallas con la selección, solo por detrás de Felipe Reyes, Pau Gasol y Juan Carlos Navarro (con siete tras el oro en el Eurobasket de Lituania). El rey del intangible no acapara los focos, algo que casa con su introvertida personalidad. 13 años en el equipo, 12 en el primer equipo y uno previo en el EBA, le elevan de manera inequívoca a la categoría de institución. Tras algunas dudas, y el fantasma de la retirada asomando en el horizonte, la llegada de Pepu fue el empujón necesario para continuar. La estabilidad y ayuda necesaria para los nuevos que llegan pisando fuerte. Y a todo esto, Nacho Azofra haciendo encaje de bolillos. El director deportivo, tras un intento frustrado como ayudante en los banquillos, ha previsto una plantilla compensada y con el clásico modelo de canteranos, unido al talento importado desde Estados Unidos, como seña de identidad. Jaime Fernández y Jayson Granger, renovado por dos temporadas más, ejercerán de bases. A priori, una apuesta arriesgada dada la juventud y la inexperiencia de ambos. A ellos se les suman Daniel Clark, ala-pívot en constante evolución, y Yannick Driesen, center suplente con mucho que demostrar. Ambos extendieron su relación contractual hasta el próximo 30 de junio. Caras nuevas las de Víctor Serrano, pívot que regresa tras su cesión al CB Canarias; Edu Martínez, alero con potencial que sube al primer equipo y la más que posible inclusión de Álvaro Lobo quien con 19 años tiene el tiro y la garra suficiente para aportar minutos de calidad como escolta suplente. A todos, aparte de Jiménez, les guiará la experimentada voz de Germán Gabriel, capitán por méritos propios.

Además de la fidelidad y el buen trato a los jóvenes, el talento importado no es para nada un pecado. Un tridente con sabor NBA así lo corrobora. Desconocidos para el aficionado medio, Antoine Wright, Cedric Simmons y Luis Flores llegan como el termómetro encargado de medir las opciones del equipo a final de campaña. Wright y Simmons, dos números 15 del draft en 2005 y 2006 respectivamente, son el complemento perfecto. El primero, procedente de China, anota de forma compulsiva y tiene encomendado el papel de líder. Por su parte, Simmons es otro trotamundos que no cuajó en la mejor liga del mundo. Llega del Kavala griego donde logró ser máximo reboteador de la competición con 10 rechaces por noche.

Para completar el equipo llega Luis Flores. Descartado el fichaje de Chris Lofton el deseo de Pepu de contar con un tirador experimentado se hizo realidad. A sus 30 años, este dominicano no ocupará plaza de extranjero en virtud del recurrente acuerdo Cotonou. Aunque solo pasó dos años en la NBA, sus inicios tienen sabor americano. El 22 de marzo de 2003, en pleno March Madness, se enfrentó a un jovencito Carmelo Anthony (17 puntos y 9 rebotes), líder de la Universidad de Syracuse. Flores (20 puntos, 7 asistencias, 4 rebotes y 2 robos) era una pieza clave en el esquema de la Universidad de Manhattan. Pese a su destacada actuación individual, el dominicano no pudo evitar despedirse de la temporada tras caer 74-65 ante quienes, a la postre, se harían con el título de la NCAA aquel año.

Parafraseando el inolvidable discurso de Pepu en la madrileña Plaza de Castilla en el mágico verano de 2006: "Os voy a decir una palabra. Y escuchadla bien, porque va a ser una palabra muy importante”. Visto así, el anhelado ‘ba-lon-ces-to’ resurge en Serrano 127. El lugar donde empezó todo.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Que el Baloncesto no pare

Desde que finalizó la temporada NBA, y con el vigente cierre patronal que en este momento no garatiza el comienzo de la próxima campaña, los aficionados andan huérfanos de encuentros serios. Momento de ligas de verano encubieras y partidos amistosos que hacen las delicias de los millones de fans que habitan a lo largo y ancho de la geografía estadounidense. Muchas estrellas no han querido echarse a perder y mantienen la forma a base de estos partidos. Y el pasado domingo, 'La catedral de Philadelphia', el mítico Palestra, se vistió con sus mejores galas. Había motivo. Grandes nombres en un pabellón que ha visto jugar a hombres de la talla de Julius Erving o, más recientemente, Kobe Bryant.

El 'Melo Stars of Baltimore', liderado por Carmelo Anthony, LeBron James y Chris Paul cayeron ante el 'Philly Team' por 131-122. La juventud y las ganas de nombres como Tyreke Evans (18 puntos y 18 rebotes), rookie del año en la temporada 2009/2010, Lou Williams (31 puntos), Hakim Warrick (19 puntos y 12 rebotes), Kyle Lowry (34 puntos) o Jason Thompson eclipsaron a las grandes estrellas. En el lado del alero de los Knicks no estuvo Kevin Durant, uno de los hombres más activos este verano. Durantula se borró de la cita. A pesar de ello el alero de los Thunder, y máximo anotador de la Liga las dos últimas campañas, ha brillado con luz propia en alguna de las canchas con más relumbrón, tanto a nivel profesional como a nivel 'playground', de los States.

Ausencias aparte, los 8.722 espectadores que abarrotaron la calurosa sede de la Universidad de Pennsilvania, más aún sin aire acondicionado, disfrutaron de un buen espectáculo en el que desde el inicio tuvieron claro uno de sus cometidos: abuchear a LeBron. Ya en la presentación previa al choque, 'King' James (43 puntos y 23 rebotes), como ocurriera en las pasadas finales, recordó aquello de que los mejores nombres no forman los mejores equipos. Melo (31 puntos y 17 rebotes) y CP3 (6 puntos y 8 asistencias con 3/12 en triples) no rayaron a la altura. Con ocho efectivos en plantilla, los tres disputaron los 48 minutos. Los jovenes chicos de Philly salieron impusieron un ritmo muy alto desde logrando un parcial de 22-6 en unos pocos minutos. Con el paso de los minutos, las livianas defensas y dar privilegio al espectáculo tendieron a igualar el restultado. Quizá lo menos importante en los tiempos que corren.

Tal y como rezaban las camisetas de ambos equipos antes del partido, "Basketball don't stops" (el baloncesto no para) era el objetivo así como ayudar a recaudar fondos para crear escuelas y canchas en algunos de los lugares más desfavorecidos, donde el baloncesto constituye una de las grandes esperanzas de sus habitantes. Como muestra de ello, en el descanso del partido Anthony y Hakim Warrick, compañeros de equipo en la Universidad de Syracuse campeona de la NCAA en 2003,  recibieron cada uno un cheque por valor de 25.000 $ de los organizadores del encuentro, proveniente de la recaudación….. A 35 dólares por entrada, hagan cuentas. 

Tras el encuentro, Melo mostró su particular visión de la falta de entendimiento entre jugadores y propietaros para firmar un nuevo convenio laboral que permité desbloquear el cierre patronal. "Mi meta principal, es que los jugadores estemos unidos como lo estamos haciendo. No sé cuánto poder tenemos (los jugadores) ahora mismo pero apoyamos  a Bill Hunter (Director Ejecutivo de la Asociación de Jugadores) al 100%", aseguró. Algo que realmente no gartantiza que el ansiado entendimiento llegue a buen puerto. Mientras, tal y como reconoce el propio Melo, hay que "seguir haciendo cosas como esta, seguir jugando y continuar dando a los fans lo que quieren. No es todo lo que ellos quieren, porque lo que quieren es una temporada, pero bueno, algo es algo."

Lo que Melo no había contado

En lo estríctamente deportivo, el encuentro no dio para mucho. Pudimos ver a un Carmelo Anthony algo trabado (9/24 en tiros de campo y 12/14 en tiros libres) en su juego de ataque. A pesar de perder cuatro kilos este en verano hasta parar la báscula en 104, se le vio demasiado prudente a la hora de ir al rebote y en otras acciones susceptibles de provocar cualquier tipo de lesión. Todos los medios congregados en Philadelphia se miraron sorprendidos cuando, tras el partido y según publica este lunes el New York Post, el jugador reconoció que el pasado mes de mayo se sometió a dos operaciones en su rodilla izquierda y su codo respectivamente.

En su momento, los Knicks no hicieron pública ninguna información al respecto. Desde la franquicia neoyorquina se limitadon a comentar que el jugador estaría de baja unas semanas debido a una bursititis inflamación de la bursa, saco que contiene líquido y su función es actuar como colchón o amortiguador de los golpes que puedan presentarse entre un tendón y un hueso) crónica que afecta a su codo. De la rodilla, ni rastro. "Me llevaban molestando siete años", expresó. Con este dato, todo se entiende mejor.

El hombre que desde febrero llena murales a lo largo y ancho de la ciudad de los rascacielos, empezó a recuperar su forma a principios del mes de agosto. Desde entonces solo piensa en volver a entrenar a un ritmo normal. "Me siento bien física y mentalmente. Ahora solo pienso cómo iniciar la próxima semana. Los partidos benéficos son divertidos pero al mismo tiempo queremos que sirvan de algo."

martes, 20 de septiembre de 2011

Del chachachá de Artest al 'My way' de Barkley

Mientras los David Stern, Bill Hunter o Derek Fisher, entre otros mandamases, proponen nuevas reuniones en las que seguir negociando con el fin de cristalizar en el ansiado acuerdo que ponga fin al tenso cierre patronal de la NBA, otros parecen tener la mente ocupada en otros menesteres. Dos figuras, dentro y fuera del parqué, una en activo y otra que pasó a la categoría de leyenda hace algunos años, optan por 'matar' el tiempo de la manera más divertida, que no lucrativa (bueno, en parte sí) posible.

Por un lado, Ron Artest, con quien se especuló que podría firmar mientras durase el lockout por un equipo de la floja liga británica y que hace unos días adoptó de forma oficial la identidad de 'Metta World Peace', se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la decimotercera temporada del reality show 'Dancing with the stars'. El programa, un 'Mira quien baila' a la americana, es emitido por la prestigiosa cadena ABC y cuenta con la presencia de celebridades de la talla de Elisabetta Canalis, exnovia de George Clooney, Robert Kardashian o Chaz Bono. Como no podía ser de otra manera, el excéntrico, cada vez lo es menos dentro de la pista, alero de los Lakers ha tenido un comienzo arrollador. A ritmo de un moderno chachachá y con un teñido rubio platino muy llamativo, Ron Ron y su explosiva bailarina Peta bailaron a ritmo del tema 'Krazy', que el artista norteamericano de origen cubano Pitbull. Otro que ha optado por divertirse, mientras aguarda paciente a ocupar su puesto de comentarista en la TNT, es un fijo de los saraos como Charles Barkley. El pasado fin de semana, tras un torneo de golf benéfico organizado por el ganador de 11 anillos Bill Russell en Long Island, una de grandes pasiones junto a las apuestas de todo tipo, 'El Gordo' se fue a un Karaoke para deleitar a los presentes con su particular versión del 'My Way' de Frank Sinatra, uno de los himnos del país de las oportunidades. Ver para creer.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Radiografía de un desencuentro

El pasado 30 de junio acabó por confirmarse lo esperado. Un día después, la NBA echaba el cierre. Al menos de momento. Tras numerosas jornadas de negociaciones entre el sindicato de jugadores y los propietarios no hubo acuerdo. Ahora se abre un periodo en el que las dudas y la incertidumbre son las reinas de la no fiesta. Mucho es lo que se ha hablado y escrito sobre el archiconocido 'lockout'. Un término anglosajón que tiene un porqué, unas causas, unos precedentes y unas consecuencias. Un aura de misterio y dudas rodean el futuro la mejor liga de baloncesto del mundo. Y esto será así hasta que un acuerdo, en forma de un nuevo convenio colectivo se haga efectivo. En primer lugar, hay que aclarar que el lockout es una medida que parte de los propietarios de las franquicias y no de los jugadores. Los patronos de las franquicias deciden clausurar la actividad de la que es su empresa. Nada tiene que ver con lo que sería una huelga en la que son los trabajadores, jugadores en este caso, los encargados de tomar la iniciativa. Pero, ¿qué hay en juego?

Muchas son las imágenes del Comisionado de la Liga, David Stern, o Billy Hunter, director ejecutivo de la asociación de jugadores, pero de qué hablaban en lujosos hoteles de Las Vegas o Nueva York. El reparto de la tarta en forma de millones es la verdadero origen del desencuentro. Los propietarios lo tienen claro: la cada vez mayor flexibilidad del tope salarial tiene la culpa. Un tope que la propia NBA, con Stern a la cabeza, se apresuró a reducir el pasado abril hasta los 56.1 millones de dólares para la próxima temporada. Con ellos los equipos deben pagar a sus jugadores. El problema es que son pocos quienes lo cumplen. Los excesos se pagan en forma de un impuesto de lujo lo que ha provocado que en el último ejercicio 22 de las 30 franquicias hayan registrado unas pérdidas de 370 millones de dólares. Un coste demasiado elevado del que los jugadores dudan de su veracidad. En estos momentos, el 57% de los ingresos (relacionados con el baloncesto, los llamados BRI) de los equipos tienen como destino el afrontar el pago de salarios a las plantillas. Algo que se ha tachado de insostenible desde la NBA. La primera propuesta de los jugadores fue reducirlo hasta el 54.3%. Sin embargo, los propietarios exigen llegar hasta el 50% para cada uno de los agentes en conflicto. Ello implicaría reducir la masa salarial entre 700 y 800 millones de dólares durante los próximos cinco años. Lejos de los 500 millones de dólares en los próximos cinco años que supondría aceptar las pretensiones del sindicato de jugadores.

Diferencias a priori insalvables. Además de la ya sabida cancelación de las Ligas de Verano y los partidos en tierras europeas, se cancela cualquier tipo de actividad de las franquicias con los jugadores. Desde la simple entrada al pabellón y al resto de instalaciones de los equipos hasta la pérdida del seguro médico, pasando por la supresión de todo tipo de comunicación entre agentes y equipos y por ende cualquier traspaso. Sólo podrán tener contacto con los representantes del sindicato de jugadores (Derek Fisher, Keyon Dooling, Matt Bonner o Roger Mason entre otros), siempre y cuando el tema de debate sea la negociación de un nuevo convenio. Todo ello sumado al despido de personal y la clausura de oficinas (en Europa solo sigue abierta la de Londres). En definitiva, más leña a un fuego que parecía incontrolable y que ha terminado por dibujar un panorama que roza el esperpento.

Los conflictos laborales han formado parte de la NBA casi desde sus inicios. Los jugadores se organizaron en 1954 y tres años después la liga reconoció formalmente al sindicato. En 1964 la amenaza de una huelga en el All-Star forzó a la adopción de un plan de pensiones Tras fuertes disputas, las partes acordaron compartir los ingresos e instaurar la figura del tope salarial en 1983. En 1970 y 1987 los jugadores presentaron demandas antimonopolio en los tribunales, algo similar a lo que ocurre en estos momentos tras la denuncia que la asociación de jugadores ha presentado contra la liga aludiendo prácticas laborales injustas. Después de ello, y como retales más inmediatos en el tiempo se encuentran tres cierres patronales. El primero en 1995 cuando el paro duró 74 días. Al año siguiente, dos horas fue el simbólico periodo durante el que se prolongó la escisión. Sin embargo, en la mente de todos aguarda lo ocurrido en la temporada 1998/1999. Aquel año, el del primer anillo de la era Duncan-Robinson, el trato no llegó hasta el día de Reyes de 1999 y la temporada regular se vio reducida de los 82 encuentros previstos a 50. Sobre la bocina. De haber llegado un día más tarde, la temporada al completo hubiera quedado cancelada. Por el bien de todos, esperemos que el acuerdo sea cuestión de tiempo. Sobran las razones. Faltan los motivos.

Verano para recurrir a la nostalgia, dejarse llevar por el romanticismo y volver a la esencia. Las estrellas han hecho las delicias de los aficionados en los míticos playgrounds y otros pabellones de relumbrón. Al fin y al cabo, salvo Chris Paul ningún jugador con contrato astronómico ha mostrado excesiva preocupación por la situación y se ha animado a presionar como hiciera Michael Jordan en 1998 a pesar de estar retirado. Del acuerdo, ni rastro. Tras dos infructuosos meses en lo que a reuniones y avances se refiere, con final de la época estival, se empezó a dilucidar cierta tensión en el ambiente. Todo bajo la batuta y alguna amenaza desmentida del incombustible David Stern, amo y señor del negocio. Pese al día de descanso del jueves, la última semana de septiembre se antojó más fructífera que las anteriores. Tras la cancelación por parte de la liga de 43 partidos de pretemporada, a disputar entre los días 9 y 15 de octubre, llegaron las ‘concesiones’. En caso de acuerdo, se incluiría un límite salarial algo más flexible preservando además los contratos garantizados de los trabajadores, una de sus mayores preocupaciones en los tiempos que corren.

A cambio, los recortes llegan por otros frentes. Los propietarios aumentaban del 46 al 48 por ciento la parte de los BRI para los jugadores. Derek Fisher y el sindicato se plantan en el 52 por ciento. Según informó detalladamente la ESPN, los multimillonarios consideran oportuna una reducción progresiva de los salarios totales: el cinco por ciento la próxima campaña, el 7,5 la 2012/2013 y hasta del 10 por ciento en la 2013/2014. No crean, aún hay más. Un impuesto de lujo proporcional al gasto. De esta forma quien sobrepase el límite salarial, fijado en 70 millones de dólares pagará dos dólares por cada dólar de más, tres en caso de que se superen los 75 y cuatro en caso de que la cifra exceda los 80. Otras medidas menos conocidas para el gran público exigidas por los propietarios son: inhabilitar la posibilidad de firmar por un equipo para ser traspasado (el conocido como 'sign and trade') además de la excepción bianual por valor de dos millones de dólares; controlar la ‘Bird exception’, recurso por el que las plantillas pueden superar el límite salarial para rescatar a sus propios agentes libres, a un jugador por temporada; recorte de la ‘mid level exception’, de los 5,8 millones de dólares hasta los tres millones anuales al tiempo que se pretende limitar los contratos de la clase media a un máximo de tres campañas en contra de las cinco vigentes.Al cierre de esta edición y a falta de la esperadísima, como tantas otras, reunión del primer fin de semana de octubre con la ciudad de los rascacielos de nuevo como escenario, estos son los puntos calientes puestos sobre la mesa de negociación. El abanico es bastante reducido: el fin del lockout o, ante la falta de acuerdo, la pérdida de partidos como ya ocurriera hace ahora trece años.

España, oro por derecho

Todo salió a pedir de boca. Como en el más fantasioso y ambicioso de los sueños, España revalidó el cetro continental, primera ocasión desde que los Danilovic, Djordjevic, Bodiroga lo lograran en 1997, tras superar a Francia en la final por un claro 98-85. El talento ganó la batalla al músculo. Liderados por un Juan Carlos Navarro (27 puntos y MVP del torneo) en plan estelar, España sacó a relucir su mejor cara. Una vez más, nuestros vecinos recurrieron a un Tony Parker (26 puntos) para sacar las castañas del fuego. Pero nadie pudo frenar a una maquinaria española engrasada a la perfección. Momento para disfrutar, recordar a los que no están y, por qué no, reconocer el buen trabajo de la mejor generación del baloncesto patrio. Llega la séptima medalla, tras las conquistadas en los europeos de 2001 (bronce), 2003 (plata), 2007 (plata), 2009 (oro), el Mundial de Japón en 2006 (oro) y los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 (plata), de una generación inigualable.

Un encuentro que empezó con todas las espadas en alto. Francia conocía cuáles eran sus armas y trataría de explotarlas desde el inicio. Interesaba un tempo en el que el físico fuera el protagonista. España no se dejó impresionar y, después de algún despiste defensivo, trató de jugar sus cartas y le salió bien. Cuando el repertorio es extenso y amplio, la victoria parece más fácil. Más con la lección aprendida desde casa. El plan pasaba por nublar las ideas Tony Parker, el cerebro galo. Había tres oportunidades para hacerlo. Así lo decidió Scariolo pocos días antes de iniciar la aventura en tierras lituanas. Calderón (17 puntos) algo gris durante todo el resto del torneo, dirigió y jugó su particular venganza con Parker, verdugo desde que coincidieran hace 14 años en una semifinal cadete cuando ambos eran dos adolescentes. Junto al extremeño, Ricky y Sada diseñaron el desquicie de un hombre que parecía satisfecho con llegar a la final y mantener sus guarismos anotadores. Desde que un triple de Calderón colocara el 11-10, España no dejaría de liderar el marcador. Como el mejor de los relojes suizos, auspiciados por un Navarro que mantenía la buena forma de toda la fase final, el cúmulo de buenas intenciones de los franceses caían en saco roto al final del primer acto (25-20, min. 10). España ponía la directa y hacía bueno aquello de 'sálvese quien pueda'.

Scariolo, acertado en cada decisión que tomó por primera vez en mucho tiempo, se reivindicó hasta el punto de encharcar sus ojos alm ver la bandera española relucir en el techo del pabellón. Se quitó un peso de encima. Las gracias se las tiene que dar a los jugadores que cumplen en cualquier situación. Con Pau con dos faltas en el banquillo, Ibaka quería celebrar por todo lo alto su 22 cumpleaños. Con su hermana y su mejor amigo como testigos de excepción en la grada, 'Air Congo' dio un golpe sobre la mesa y brilló con luz propia. El congoleño se hizo dueño y señor de la zona con 5 tapones. Los músculos galos se encogían cada vez que veían sobrevolar a un español por derecho. Rudy y Marc eran los principales beneficiados del aturdimiento colectivo que supuso la entrada de 'Ibloka' en pista. Las diferencias se elevaban hasta situarse en la siempre psicológica barrera de los diez puntos (38-28, min. 15). Todo bajo control hasta que Rudy, en un arrebato de niñez desmedida, cometió una absurda falta ante Parker. Primeras chispas del encuentro. Por ahí, había poco que rascar. La brega y los malos gestos no son las señas de identidad de este grupo. Las disculpas del banquillo español a sus colegas no servían de mucho. El daño estaba hecho. Parcial de 0-7 que acercaba a los franceses (46-41, min. 20). Por suerte, Pau despertó de su letargo para poner las cosas en su sitio antes de irse a tomarse en un respiro al vestuario (50-41).

Llegaba el siempre crucial tercer cuarto. Navarro, 29.3 puntos de media en últimos tres partidos del torneo, siguió inspirado y tiró del carro. Francia no encontraba el camino. Parker no era la solución. Y Diaw (12 puntos, 4 rebotes y 7 asistencias) seguía demostrando la fidelidad al Elíseo. Tiempo para Sada, el tercero en parar el flujo de lucidez rival. Lo hizo y pudo terminar el campeonato con una merecida sonrisa. Un parcial de 7-0 supondría el estacazo definitivo (69-56, min. 27). Francia se cargaba de personales que no hacían más que seguir ampliando distancias desde el 4,60. Y ahí, murió el encuentro. Las aisladas acciones de los franceses, lideradas por Batum (10 puntos) y Gelabale, eran contestadas con más fuerza por un Navarro que miraba al banquillo galo como hacía Jordan con Spike Lee en el Madison. (75-62, min. 30)

Empezó el último cuarto con idénticas sensaciones y con el oro viniendo al encuentro español por enésima ocasión en los últimos años. Diez minutos para disfrutar que solo sirvieron para confirmar el bloqueo galo, sin Pietrus y Noah eliminados, a los que esta vez las cuentas no salían. El día de la batalla final quisieron competir. El problema es que no pudieron. Una muralla construida a base de talento y buenas intenciones les impedía ver más allá. (84-68, min. 33). Navarro seguía haciendo un ocho y buscaba las cosquillas insaciablemente. Pau dominaba en el interior (17 puntos, 10 rebotes y 4 asistencias) y no le importaba permanecer tras la estela de Navarro, inolvidable compañero de fatigas.

Momento para el sentimiento y la emotividad con la entrada en pista de Felipe y Claver que continuó con los gritos de los 14.500 aficionados, lituanos en su mayoría, pidiendo el MVP para Navarro cuando fue sustituido en los segundos previos al final del encuentro. El 98-85 final no es más que la rúbrica numérica de un juego incontestable. Todos, incluso los franceses que se jactaban al hablar de forma abierta y gratuita sobre la actitud chulesca y prepotente de los españoles, rendidos al 'ba-lon-ces-to' de un grupo irrepetible. La noche será larga. La alegría y emoción invaden los corazones de los aficionados. Una emoción que se vio eleveda a su máxima expresión cuando Felipe Reyes, en una impagable deferencia de Navarro, alzó el pesado trofeo y la encaramó con sus fornidos brazos hacia el cielo de Kaunas. Allí, arriba, su padre Alfonso sonreía orgulloso de su hijo. Hoy más nunca, salió el sol.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Así juega Francia

24 equipos, 19 días y 11 partidos. España y Francia disputarán el próximo domingo (La Sexta, 20.00 horas) la final del Eurobasket de Lituania. Con el billete para los próximos Juegos garantizado llega el momento de luchar por el cetro continental. Un partido sin precedentes. Nunca antes españoles y franceses se han visto las caras en el último partido de un gran campeonato, véase Eurobasket, Mundial o Juegos Olímpicos. Sí lo hicieron cuando estaba en juego ocupar el último escalón del podio. Concretamente en dos ocasiones. La primera, en el Eurobasket de Italia en 1991. Antonio Martín (26) y Jordi Villacampa (25) lideraron el triunfo por 101-83. La segunda, en el Eurobasket de Serbia en 2005 trae un amargo recuerdo. Un tiro imposible de Nowitzki nos dejó sin final. Sin Pau y con el run run de aquel lanzamiento obcecando la mente de los españoles, Tony Parker y Mickael Pietrus se ensañaron de mala manera para combinar 48 puntos y lograr una contundente victoria por 98-68.

La generación de oro del baloncesto español, superando ya por mucho aquella plata de Los Ángeles '84, apura y sigue engrosando palmarés. Las finales se han convertido en el pan de cada día de este grupo de colosales jugadores. Mientras que España se enfrenta a la quinta final en los últimos seis años, Francia no acostumbra a seguir con vida a estas alturas. A la décima fue la vencida y tras nueve varapalos consecutivos en semifinales será la primera ocasión que los galos luchen por colgarse la medalla de oro en un Europeo desde que perdieran la final del Eurobasket de El Cairo en 1949 ante Egipto. Algo que queda anclado en la prehistoria. Eso sí, en Sydney 2000, los Rigaudeau, Sonko, Weis, Foirest, Risacher y compañía lograron la plata tras caer ante el un inaccesible equipo estadounidense. Sin embargo, las referencias históricas solo alimentan el alma de los románticos. Los amantes del 'cualquier tiempo pasado fue mejor' no tendrán cabida en el Kauno Arena.

El presente habla y dice que estamos ante los dos mejores equipos del campeonato. Con algún ligero matiz, era el guión establecido por todos y programado a conciencia por los franceses. Dejando de lado abstenciones e incomparecencias, al límite de lo permitido por la ética, el combate nulo de hace menos de una semana tendrá una repetición con todas las espadas en alto. Tras evitar a Lituania (que luego sería Macedonia) en una hipotética semifinal, la legítima jugada planea por Vincent Collet solo llegará a categoría de maestra si consigue la victoria. Francia no deambulará por la pista como en el premeditato 69-96. El domingo, Tony Parker y Joakim Noah no charlarán de forma amena en el banquillo. Tampoco se alegrarán la vista con las guapas cheerleaders en los tiempos muertos.

Llega Francia en su mejor momento. Confirmando al fin el enorme potencial que atesoran. Tener cinco jugadores en la NBA, serían siete si Turiaf y Pietrus estuvieran, ya no asusta. Menos cuando España acumula seis. Una derrota, de aquella manera, en diez encuentros tampoco es motivo de preocupación. Un paupérrimo último cuarto ante Turquía trajo también la única derrota española en el torneo. Caminos parejos que estaban predestinados a encontrarse de nuevo. La no siempre habitual justicia deportiva hizo acto de presencia para un duelo que apunta ser fratricida. Nadie esconderá nada. Las cartas lucirán boca arriba sobre el tapete. El sistema de juego de los franceses no sorprende a nadie y Scariolo conoce al dedillo los vicios y las virtudes del rival.

Con Tony Parker (21.7 puntos, 3.3 rebotes y 4.3 asistencias) como líder indiscutible dentro y fuera de la pista, las victorias llegaban y la sonrisa inundaba las caras de la expedición gala. Encuadrados en el llamado grupo de la muerte, la primera fase fue un camino de rosas. Salvo el angustioso triunfo en la prórroga (97-96) ante Serbia, a la postre otra de las decdepciones del campeonato, Italia (84-91), Alemania (76-65), Israel (68-85) y Letonia (89-78) no supusieron demasiados apuros. Una preparación prolongada. Con los deberes hechos en la segunda fase, más con sendos triunfos ante Turquía (64-68) y Lituania (67-73), momento para especular de cara a los temidos cruces. Si perdían con España en sabían que se encontrarían con una Grecia sin los grandes nombres de los últimos años y de paso evitarían un hipotético enfrentamiento con Lituania en semifinales. Con precedentes poco alentadores en la retina, el tiempo ha terminado dando la razón a los franceses. Razón no exenta de sufrimiento. Los griegos sorprendieron y a punto estuvieron de quedarse en el camino víctimas de su propia trampa. Parker no lo permitió y terminaron imponiéndose por 64-56. En las semifinales tocaba una Rusia invicta. Premio a la consistencia y nuevo triunfo por 79-71.

A priori parece fácil. Pero detrás de todo se encuentra un grupo que trabaja y explota al máximo los recursos que la madre naturaleza dio a cada uno de sus integrantes. Bajo la estela de Parker, Boris Diaw (7.6 puntos, 4.8 rebotes y 2 asistencias), Joakim Noah (8.8 puntos, 8 rebotes y 1.1 asistencias) , Nico Batum (14.2 puntos, 3.1 rebotes y 1.4 asistencias) y Florient Pietrus (2.5 puntos y 3.5 rebotes) , tras la inoportuna lesión de  Gelabale, completan un quinteto en el que la intensidad defensiva es consecuencia directa de la capacidad atlética que les permite saltar mal alto y correr más rápido que el resto.

Tras muchos veranos dedicados en cuerpo y alma a su país, Parker, triple campeón de la NBA con los Spurs, y Diaw, se partirán el brazo por acompañar en sus vitrinas con un oro el solitario bronce de 2005. Tras ellos, como ocurre en su rival del domingo, la segunda unidad baja el listón. Collet lo sabe y no da excesivo cuartel a los  Traoré, Seraphin, Kahudi, Albicy y Tchicamboud quienes tuvieron su momento de gloria en el esperpento ante España. Se salva Nando De Colo. El blanco del grupo dispone de 18.6 minutos para revolucionar y salvar alguna papeleta. Así fue ante Lituania con 11 puntos en el último cuarto que fueron la puntilla para la anfitriona. El resto, cuerpos de ébanos hechos de pura fibra, parece que no cumple con los requisitos mínimos.

Así las cosas, las opciones pasan por las eléctricas penetraciones y las paradas en seco a tres-cuatro metros de Parker, el mejor base de Europa con mucho. El MVP de las finales NBA en 2007 es el verdadero pulsómetro de esta Francia que llega a la batalla con madurez y las ideas claras. Noah, uno de los exponentes del mestizaje del país galo, es la referencia interior. Pero necesita ayuda. El pívot de los Bulls reduce prestaciones en ataque para centrarse en la defensa, su mayor virtud. Boris Diaw, el menos atlético de todos, suple los kilos de más con una calidad inigualable. Puede ocupar las cinco posiciones sin desentonar. Este año le tocó hacer de cuatro. Un falso ala-pívot que obliga a salir fuera a defender para sacar a relucir un exquisito tiro de cinco metros. Batum, prodigio natural, está encantado de ser el escudero de Parker. Asumir el rol de líder le asusta y como secundario se encuentra en su salsa.