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lunes, 10 de octubre de 2011

Estado de espera

Hubiera sido una gran noticia. Lamentablemente la vida sigue igual. Cuando nadie esperaba ningún movimiento en las eternas negociaciones entre jugadores y propietarios, con el Comisionado Stern y su subalterno Adam Silver como testigos directos, hasta este lunes, la NBA convocó una reunión de urgencia el pasado domingo con el fin de intentar avanzar y seguir acercando posturas. Pero no. El domingo tampoco era el día para desbloquear una situación que pone en peligro el comienzo de la próxima temporada. El Upper East Side Hotel de Manhattan fue de nuevo el lugar elegido para la cita. Tras más de cinco horas y media de encuentro entre las partes el conflicto siguen en el mismo punto que el pasado martes, día en el que tuvo lugar la última reunión.

Fue en aquel momento cuando el Comisionado David Stern, tras confirmar la cancelación de toda la pretemporada, advirtió que si el 10 de octubre las posturas no convergían en un punto la NBA vería como se suspendían las dos primeras semanas de Liga Regular. De este último encuentro poco ha trascendido a los medios. A la salida del hotel Stern se limitó a hacer una escueta declaración: “No tenemos nada que decir, continuaremos mañana por la tarde”. Sí se sabe, tal y como informa el periodista de la cadena CBS Ken Berger, uno de los profesionales más activos en este periodo de cierre patronal, que el tema principal a tratar era algo que él mismo califica como 'problemas del sistema' y que incluye todo lo relacionado con el límite salarial duro (hard cap), el impuesto de lujo (luxury tax), eximiento el verdadero caballo de batalla: el reparto de los ingresos relacionados con el baloncesto (BRI) entre jugadores y propietarios.

Por parte de los trabajadores el único que habló ante los medios fue el presidente del sindicato de jugadores Derek Fisher. Aunque más dicharachero que Stern, no dejó ninguna frase para la posteridad. “Ha sido una otra reunión intensa y en la que ambas partes hemos intentado seguir avanzando en busca de un acuerdo. Y lo volveremos a intentar mañana otra vez". Tan intensa que se pudo ver a Stern sin corbata a la salida del edificio situado en el corazón del downtown neoyorquino.

Antes del fin de semana, los jugadores se habían plantado en no ceder más allá del 53% de los ingresos mientras que los propietarios, 12 de los cuales se encuentran entre las 400 personas más ricas de Estados Unidos según la revista Forbes, seguían aspirando a un reparto igualitario que dejara las cosas en un 50-50. Cabe recordar que en el anterior convenio colectivo que rigió las relaciones laborales en la mejor liga del mundo de 2005 hasta el pasado 1 de julio.

Tal y como señala Berger, si hay algo que podemos dar por sentado es que, a estas alturas, con 101 días de parón, la lucha que libran las partes hace tiempo que dejó de ser estríctamente económica para dar cabida también al ego. Realmente el 50-50 es un un sueño viendo el devenir de los acontecimientos desde principios de verano. La liga ofrece un intervalo del 49-51 del BRI. Los jugadores, según informan desde el otro lado del charco, se encuentran entre el 51-53 de la tarta. Informa Berger que esas fueron las proposiciones informales durante las conferencias de la pasada semana en las que estuvieron presentes dos ilustres como Kobe Bryant y Kobe Garnett. Dos hombres que llegaron a la liga directamente del 'High School' y se convirtieron en algún momento de sus carreras en los jugadores mejor pagados de la NBA.

Berger retrata las posibilidades que podrían darse así como sus consecuencias. Un 2% de la tarta viene a representar unos 80 millones de dólares. Una reparto de 51,5 para los jugadores y un 48,5 para los propietarios tampoco sería viable dado que los propietarios no lograrían compensar las pérdidas de 300 millones de dólares que acreditaron en el pasado curso. Más allá de suposiciones, por el momento sigue vigente el 50-50 de los propietarios y el 53-49 de los jugadores. Este último 53-49 generaría unas diferencias de 393 millones de dólares a repartir durante los próximos seis años que durara el nuevo convenio colectivo (CBA). Por su parte, si el acuerdo no llega y se confirma la cancelación de las dos primeras semanas de competición, cada parte perdería 200 millones.

Para los que echan de menos el espectáculo, aquí dejamos algunas imágenes del South Florida All-Star Classic organizado por Dwyane Wade y LeBron James. Victoria del Wade Team en la prórroga (141-140) gracias a los tiros libres del base-escolta de los Heat a 3.2 segundos del final.

sábado, 8 de octubre de 2011

Sin vuelta atrás

Cien días de lockout y todo sigue igual. No hay acuerdo entre las partes en conflicto. La firma del nuevo convenio colectivo (CBA) que rija las relaciones laborales en la NBA es todavía una incógnita. En el último encuentro entre jugadores y propietarios celebrada el pasado martes en Nueva York se suspendió de manera oficial el resto de la pretemporada. Era la confirmación de que el acuerdo está lejos al tiempo que la cancelación por parte de la liga de las dos primeras semanas de competición adquiere peligrosamente la categoría de realidad. "No hemos hecho los progresos que queríamos: no podemos continuar con la negociación", comentaba el Comisionado de la liga David Stern. Las propuestas de la patronal siguen sin convencer a unos trabajadores cada vez más implicados y dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de salvar unos millones de dólares. "Ese movimiento no es lo suficientemente significativo como para acercar posturas”, declaró Billy Hunter a la cadena CBS. Tal y como ha venido ocurriendo desde que comenzara el cierre patronal, los jugadores, independientemente de las negociaciones y las distancias, tienen clara una cosa: quieren jugar. Pero no lo harán a cualquier precio. Al menos de momento.

El pasado sábado, en la Universidad de Florida, algunas estrellas volvieron a reunirse para disputar el enésimo partido benéfico de este prolongado verano. El South Florida All-Star Classic, organizado por LeBron James y Dwyane Wade permitió a los aficionados seguir disfrutando del espectáculo. 141-140 en la prórroga para los 'amigos de Wade' tras dos tiros libres convertidos a falta de 3.2 segundos del final por el base-escolta de los Heat. Como ya ocurriera en pasadas exhibiciones algunos jugadores lucieron con orgullo el lema 'Basketball Never Stops' (el baloncesto nunca para) en sus camisetas de calentamiento dejando patente una vez más sus deseos. Tras el encuentro, el pesimismo de algunos jugadores fue la nota predominante. Carmelo Anthony, que el pasado febrero firmó una extensión de su contrato con los Nuggets de tres años y 65 millones de dólares ante de aterrizar en el Madison, fue rotundo en su mensaje: “Van a cancelar las dos primeras semanas de temporada. Entonces ya veremos que pasa. Si quieren dejarnos sin jugar, que nos dejen pero vamos a permanecer unidos".

Por su parte, otros reivindicaron su deseo de seguir haciendo lo que mejor saben. Dorell Wright apeló al 'show' y miró de reojo a los desesperados aficionados que desean que de una vez por todas acabe su particular pesadilla. “Has podido ver la forman en la que hemos jugado. Queremos jugar”, dijo el escolta de los Golden State Warriors. LeBron, en el papel de gran icono mediático, quiso tranquilizar a la parroquía: “Jugaremos cualquier día y en cualquier momento. Por eso estamos aquí esta noche, dando a nuestros fans lo que se merecen y haciéndoles saber que independientemente de lo que pase con nuestra situación vamos a seguir jugando y lo haremos a un nivel muy alto”. La propuesta seduce pero más lo haría poder verle abarrotando el Americans Airlines Arena.

BRI, la sigla de la discordia


Los Basketball Related Income (Ingresos relacionados con el baloncesto) representan el núcleo duro del conflicto. Hasta ahora, los jugadores se hacían con el 57% del pastel por el 43% de los propietarios. En un primer momento los dueños de las 30 franquicias, 22 de las cuales reconocen haber acumulado pérdidas la pasada campaña que ascienden a 300 millones de euros, propusieron reducirlo hasta un 46%, que aumentó hasta el 47% tras conocerse las intenciones de los jugadores de ceder y bajar sus pretensiones hasta el 53%. En los últimos 28 años los jugadores nunca recibieron menos. Por su parte, la liga sueña con un reparto equitativo de las ganancias. Un 50-50 que por el momento no están dispuestos a aceptar. "El 53 es nuestro número", aseguró Billy Hunter, director ejecutivo del sindicato de jugadores.

Ese 3% es la causa y el origen del oscuro panorama. Cantidad que algunos tacharán de insignificante pero que representa la nada desdeñable cifra de 120 millones de dólares. Los propietarios querrían por todos los medios aumentar esos siete puntos porcentuales en los ingresos (del 43 al 50) que se traducirían en 280 millones de dólares válidos a la hora de compensar las supuestas pérdidas.

Larry Coon, quizá la voz más experta en lo que a salarios y reparto del dinero se refiere, desglosó hace unos días lo que está incluido en el BRI. El punto más caliente en las negociaciones engloba las entradas durante la Liga Regular y playoffs, derechos de retransmisión, parking y las ganancias generadas en: partidos de exhibición, promociones de equipos, patrocinadores, campus de pretemporada, ventas de bebidas, el 40% de las suites de lujo de los pabellones, las localidades premium, el 40% de la firma de los pabellones, entre el 45% y el 50% de los 'naming rights' (cantidad desembolsada porque el arena de una franquicia se relacione con una determinada empresa)  de los pabellones, la concesión de las tiendas de los pabellones. Ahí no queda la cosa. Hay otros elementos que siguen sumando dólares a la lista. En ellos habría que incluir las retribuciones generadas en los All Star, Open McDonald's y otros eventos similares así como los derechos de televisión internacional y lo generado por NBA Properties.

Más allá del tan discutido BRI, existen otros 'flecos' que sirven sino para complicar la difícil situación. Según informó detalladamente la ESPN a principios de mes, los multimillonarios propietarios consideran oportuna una reducción progresiva de los salarios totales: el cinco por ciento la próxima campaña, el 7,5 la 2012/2013 y hasta del 10 por ciento en la 2013/2014. No crean, aún hay más. Un impuesto de lujo proporcional al gasto. De esta forma quien sobrepase el límite salarial, fijado en 70 millones de dólares pagará dos dólares por cada dólar de más, tres en caso de que se superen los 75 y cuatro en caso de que la cifra exceda los 80.

Otras medidas menos conocidas para el gran público exigidas por los propietarios son: inhabilitar la posibilidad de firmar por un equipo para ser traspasado (el conocido como 'sign and trade') además de la excepción bianual por valor de dos millones de dólares; controlar la ‘Bird exception’, recurso por el que las plantillas pueden superar el límite salarial para rescatar a sus propios agentes libres, a un jugador por temporada; recorte de la ‘mid level exception’, de los 5,8 millones de dólares hasta los tres millones anuales al tiempo que se pretende limitar los contratos de la clase media a un máximo de tres campañas en contra de las cinco vigentes. A falta de la esperada, como tantas otras, reunión del próximo lunes estos son los puntos calientes puestos sobre la mesa de negociación. El abanico es bastante reducido: el fin del lockout o, ante la más que previsible falta de acuerdo, la pérdida de partidos oficiales como ya ocurriera hace ahora trece años.

En caso de acuerdo, ¿cuándo arrancaría la temporada?



Aunque el desbloqueo roce la utopía, existen razones de peso que
harían dar la vuelta a la tortilla. Presionar y dar rienda suelta al sentimiento coorporativista no garantiza el éxito. Los propietarios tienen la sarten por el mango y los jugadores, aunque traten de ocultarlo y hacerse fuertes, lo saben. Si Hunter, Fisher y compañía se niegan a firmar la propuesta del 50-50 la liga no empezará como mínimo hasta mediados de diciembre. Según explica Coon, este hecho supondría un coste de 800 millones de dólares en salarios, muy superior al recorte que originaría la firma de un convenio equitativo para los próximo seis años. Por otro lado, y con el fin de 'seducir' su oferta, los propietarios estarían dispuestos a no incluir un 'hard cap' (límite salarial duro) tan austero y prohibitivo como el explicado anteriormente. Algo que deja a los jugadores entre la espada y la pared. Si el mencionado 'hard cap' se hace efectivo el cinturón de las franquicias deberá abrocharse con la indeseable reducción de salarios para los jugadores.

Otro método de presión, más sucio en este caso, es dejar que pase el tiempo tal y como reconocía con resignación Hunter: “La idea de algunos propietarios es que una vez que los jugadores dejen de cobrar sus cheques, se ablandarán y cederán". Si las sospechas se confirman, los jugadores dejarán de cobrar automáticamente sus primeras nóminas (cobran su salario en 8 meses, de junio a noviembre) y los nervios harán acto de presencia, sobre todo en la mayoritaria clase media que mira desde abajo las astronómicas cifras de las estrellas. En ese caso, los multimillonarios propietarios tendrían que echar mano de la calculadora y ver si les compensa acumular pérdidas en derechos de televisión, entradas o merchandising.

Los más optimistas que pronostiquen acuerdo a la vista deberán esperar cosa de un mes para ver un partido de temporada regular. Así ocurrió en la campaña 1998/1999, cuando el acuerdo se hizo oficial el día de Reyes y el primer encuentro de la recortada temporada se jugó el día cinco de febrero. La explicación de este lapso de tiempo es la siguiente: desde que se llegue a un principio de acuerdo hasta que se redacte, apruebe y se rubrique con la protocolaria firma pasarían entre 10 y 15 días. Momento para abrir una breve pretemporada y un apasionante mercado de fichajes (muchos agentes libres optan a contrato) que retrasarían el inicio otros diez días más.

Como diría el gran Stephen Jackson: ¡¡F*** the Lockout!!