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domingo, 18 de septiembre de 2011

Así juega Francia

24 equipos, 19 días y 11 partidos. España y Francia disputarán el próximo domingo (La Sexta, 20.00 horas) la final del Eurobasket de Lituania. Con el billete para los próximos Juegos garantizado llega el momento de luchar por el cetro continental. Un partido sin precedentes. Nunca antes españoles y franceses se han visto las caras en el último partido de un gran campeonato, véase Eurobasket, Mundial o Juegos Olímpicos. Sí lo hicieron cuando estaba en juego ocupar el último escalón del podio. Concretamente en dos ocasiones. La primera, en el Eurobasket de Italia en 1991. Antonio Martín (26) y Jordi Villacampa (25) lideraron el triunfo por 101-83. La segunda, en el Eurobasket de Serbia en 2005 trae un amargo recuerdo. Un tiro imposible de Nowitzki nos dejó sin final. Sin Pau y con el run run de aquel lanzamiento obcecando la mente de los españoles, Tony Parker y Mickael Pietrus se ensañaron de mala manera para combinar 48 puntos y lograr una contundente victoria por 98-68.

La generación de oro del baloncesto español, superando ya por mucho aquella plata de Los Ángeles '84, apura y sigue engrosando palmarés. Las finales se han convertido en el pan de cada día de este grupo de colosales jugadores. Mientras que España se enfrenta a la quinta final en los últimos seis años, Francia no acostumbra a seguir con vida a estas alturas. A la décima fue la vencida y tras nueve varapalos consecutivos en semifinales será la primera ocasión que los galos luchen por colgarse la medalla de oro en un Europeo desde que perdieran la final del Eurobasket de El Cairo en 1949 ante Egipto. Algo que queda anclado en la prehistoria. Eso sí, en Sydney 2000, los Rigaudeau, Sonko, Weis, Foirest, Risacher y compañía lograron la plata tras caer ante el un inaccesible equipo estadounidense. Sin embargo, las referencias históricas solo alimentan el alma de los románticos. Los amantes del 'cualquier tiempo pasado fue mejor' no tendrán cabida en el Kauno Arena.

El presente habla y dice que estamos ante los dos mejores equipos del campeonato. Con algún ligero matiz, era el guión establecido por todos y programado a conciencia por los franceses. Dejando de lado abstenciones e incomparecencias, al límite de lo permitido por la ética, el combate nulo de hace menos de una semana tendrá una repetición con todas las espadas en alto. Tras evitar a Lituania (que luego sería Macedonia) en una hipotética semifinal, la legítima jugada planea por Vincent Collet solo llegará a categoría de maestra si consigue la victoria. Francia no deambulará por la pista como en el premeditato 69-96. El domingo, Tony Parker y Joakim Noah no charlarán de forma amena en el banquillo. Tampoco se alegrarán la vista con las guapas cheerleaders en los tiempos muertos.

Llega Francia en su mejor momento. Confirmando al fin el enorme potencial que atesoran. Tener cinco jugadores en la NBA, serían siete si Turiaf y Pietrus estuvieran, ya no asusta. Menos cuando España acumula seis. Una derrota, de aquella manera, en diez encuentros tampoco es motivo de preocupación. Un paupérrimo último cuarto ante Turquía trajo también la única derrota española en el torneo. Caminos parejos que estaban predestinados a encontrarse de nuevo. La no siempre habitual justicia deportiva hizo acto de presencia para un duelo que apunta ser fratricida. Nadie esconderá nada. Las cartas lucirán boca arriba sobre el tapete. El sistema de juego de los franceses no sorprende a nadie y Scariolo conoce al dedillo los vicios y las virtudes del rival.

Con Tony Parker (21.7 puntos, 3.3 rebotes y 4.3 asistencias) como líder indiscutible dentro y fuera de la pista, las victorias llegaban y la sonrisa inundaba las caras de la expedición gala. Encuadrados en el llamado grupo de la muerte, la primera fase fue un camino de rosas. Salvo el angustioso triunfo en la prórroga (97-96) ante Serbia, a la postre otra de las decdepciones del campeonato, Italia (84-91), Alemania (76-65), Israel (68-85) y Letonia (89-78) no supusieron demasiados apuros. Una preparación prolongada. Con los deberes hechos en la segunda fase, más con sendos triunfos ante Turquía (64-68) y Lituania (67-73), momento para especular de cara a los temidos cruces. Si perdían con España en sabían que se encontrarían con una Grecia sin los grandes nombres de los últimos años y de paso evitarían un hipotético enfrentamiento con Lituania en semifinales. Con precedentes poco alentadores en la retina, el tiempo ha terminado dando la razón a los franceses. Razón no exenta de sufrimiento. Los griegos sorprendieron y a punto estuvieron de quedarse en el camino víctimas de su propia trampa. Parker no lo permitió y terminaron imponiéndose por 64-56. En las semifinales tocaba una Rusia invicta. Premio a la consistencia y nuevo triunfo por 79-71.

A priori parece fácil. Pero detrás de todo se encuentra un grupo que trabaja y explota al máximo los recursos que la madre naturaleza dio a cada uno de sus integrantes. Bajo la estela de Parker, Boris Diaw (7.6 puntos, 4.8 rebotes y 2 asistencias), Joakim Noah (8.8 puntos, 8 rebotes y 1.1 asistencias) , Nico Batum (14.2 puntos, 3.1 rebotes y 1.4 asistencias) y Florient Pietrus (2.5 puntos y 3.5 rebotes) , tras la inoportuna lesión de  Gelabale, completan un quinteto en el que la intensidad defensiva es consecuencia directa de la capacidad atlética que les permite saltar mal alto y correr más rápido que el resto.

Tras muchos veranos dedicados en cuerpo y alma a su país, Parker, triple campeón de la NBA con los Spurs, y Diaw, se partirán el brazo por acompañar en sus vitrinas con un oro el solitario bronce de 2005. Tras ellos, como ocurre en su rival del domingo, la segunda unidad baja el listón. Collet lo sabe y no da excesivo cuartel a los  Traoré, Seraphin, Kahudi, Albicy y Tchicamboud quienes tuvieron su momento de gloria en el esperpento ante España. Se salva Nando De Colo. El blanco del grupo dispone de 18.6 minutos para revolucionar y salvar alguna papeleta. Así fue ante Lituania con 11 puntos en el último cuarto que fueron la puntilla para la anfitriona. El resto, cuerpos de ébanos hechos de pura fibra, parece que no cumple con los requisitos mínimos.

Así las cosas, las opciones pasan por las eléctricas penetraciones y las paradas en seco a tres-cuatro metros de Parker, el mejor base de Europa con mucho. El MVP de las finales NBA en 2007 es el verdadero pulsómetro de esta Francia que llega a la batalla con madurez y las ideas claras. Noah, uno de los exponentes del mestizaje del país galo, es la referencia interior. Pero necesita ayuda. El pívot de los Bulls reduce prestaciones en ataque para centrarse en la defensa, su mayor virtud. Boris Diaw, el menos atlético de todos, suple los kilos de más con una calidad inigualable. Puede ocupar las cinco posiciones sin desentonar. Este año le tocó hacer de cuatro. Un falso ala-pívot que obliga a salir fuera a defender para sacar a relucir un exquisito tiro de cinco metros. Batum, prodigio natural, está encantado de ser el escudero de Parker. Asumir el rol de líder le asusta y como secundario se encuentra en su salsa.

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