
Desde el centro de operaciones del Magariños la reestructuración del grupo es un hecho. Ocho jugadores del primer equipo (Nik Caner-Medley, Josh Asselin, Jiri Welsch, Tyrone Ellis, Pancho Jasen, Albert Oliver, Sergio Sánchez y Marc Blanch), nueve si incorporamos al técnico Luis Casimiro, dicen adiós. A todos, gracias por los servicios prestados. Sin embargo, la idea es otra. En una época en la que el deporte, a todos los niveles y disciplinas, presume de valores, el ‘Estu’ se ha propuesto recuperar los suyos. Los mismos que recordó el gran Pancho Jasen en su emotiva carta de despedida el pasado verano. Cantera, esfuerzo, coraje, ilusión y sacrificio podrían conformar el cinco inicial de una plantilla que regresa a sus raíces.
Por encima de la complicada situación financiera, un lastre con el que la entidad ha lidiado desde hace algunos años y que alcanzó su mayor expresión en febrero de 2010 cuando el concurso de acreedores era la única solución, están las ganas por volver a recuperar el terreno perdido. La nostalgia invade a los ‘dementes’ cuando recuerdan a un yogurín, aunando la inconsciencia y el desparpajo propio de la edad, llamado Sergio Rodríguez poner contra las cuerdas en el Palau a los Navarro, Bodiroga, Fucka y compañía en un emocionante quinto encuentro de las finales ACB. Corría la temporada 2003/2004 y aquel grupo hizo recordar por un momento a los años dorados, con la copa del Rey del año 2000 en Vitoria o con la final de la Korac perdida ante el Barcelona en 1999. Dos románticos acontecimientos que hoy, a pesar de quedar lejos en el tiempo, más que nunca siguen vivos en las retinas de la afición estudiantil.
Y ese más que nunca tiene nombre y apellidos. En este caso por partida doble: Pepu Herández y Carlos Jiménez. Ilustres personajes, historia viva de Estudiantes que vuelve con energías renovadas tras unos años lejos pero con un nostálgico ojo mirando, aunque fuera de reojo, a la actualidad del Ramiro. Pepu regresa tras seis temporadas en las que no ha hecho más que consagrar su carrera a nivel profesional. Como seleccionador llevó al combinado nacional al cetro mundial en 2006. Aquel año, sin pensar en una futura vuelta, recibió la insignia de oro del club. Lo que pasó más tarde es sabido por todos: el ‘conflicto de intereses’ de uno (José Luis Sáez, presidente de la Federación Española de baloncesto) y los ‘motivos personales’ alegados por la otra parte en conflicto (el propio Pepu) privaron al último de encabezar la expedición consiguió la plata en los Juegos de Pekín en 2008. Ya fuera en el coso taurino de Vistalegre, el Madrid Arena de la Casa de Campo o el rejuvenecido Palacio de los Deportes, nadie se olvidó ni un momento del movimiento de su media melena en los momentos de tensión. Tampoco del lunar y la perpetua barba que cubre parte de su rostro otorgándole un carácter único ‘made in’ Estudiantes. Entre unas cosas y otras, como entrenador de cantera, técnico asistente del primer equipo y máximo responsable del banquillo, más de 30 de los 53 años llenos de salud y vitalidad que le contemplan los ha pasado aquí, en casa.
Algo similar, esta vez vestido de corto y dentro del parqué, ocurre con Carlos Jiménez. El incombustible alero regresa a su ciudad con 35 años, cinco después de fichar por el Unicaja de Málaga, alcanzar los 600 partidos en ACB y acumular en su palmarés seis medallas con la selección, solo por detrás de Felipe Reyes, Pau Gasol y Juan Carlos Navarro (con siete tras el oro en el Eurobasket de Lituania). El rey del intangible no acapara los focos, algo que casa con su introvertida personalidad. 13 años en el equipo, 12 en el primer equipo y uno previo en el EBA, le elevan de manera inequívoca a la categoría de institución. Tras algunas dudas, y el fantasma de la retirada asomando en el horizonte, la llegada de Pepu fue el empujón necesario para continuar. La estabilidad y ayuda necesaria para los nuevos que llegan pisando fuerte. Y a todo esto, Nacho Azofra haciendo encaje de bolillos. El director deportivo, tras un intento frustrado como ayudante en los banquillos, ha previsto una plantilla compensada y con el clásico modelo de canteranos, unido al talento importado desde Estados Unidos, como seña de identidad. Jaime Fernández y Jayson Granger, renovado por dos temporadas más, ejercerán de bases. A priori, una apuesta arriesgada dada la juventud y la inexperiencia de ambos. A ellos se les suman Daniel Clark, ala-pívot en constante evolución, y Yannick Driesen, center suplente con mucho que demostrar. Ambos extendieron su relación contractual hasta el próximo 30 de junio. Caras nuevas las de Víctor Serrano, pívot que regresa tras su cesión al CB Canarias; Edu Martínez, alero con potencial que sube al primer equipo y la más que posible inclusión de Álvaro Lobo quien con 19 años tiene el tiro y la garra suficiente para aportar minutos de calidad como escolta suplente. A todos, aparte de Jiménez, les guiará la experimentada voz de Germán Gabriel, capitán por méritos propios.
Además de la fidelidad y el buen trato a los jóvenes, el talento importado no es para nada un pecado. Un tridente con sabor NBA así lo corrobora. Desconocidos para el aficionado medio, Antoine Wright, Cedric Simmons y Luis Flores llegan como el termómetro encargado de medir las opciones del equipo a final de campaña. Wright y Simmons, dos números 15 del draft en 2005 y 2006 respectivamente, son el complemento perfecto. El primero, procedente de China, anota de forma compulsiva y tiene encomendado el papel de líder. Por su parte, Simmons es otro trotamundos que no cuajó en la mejor liga del mundo. Llega del Kavala griego donde logró ser máximo reboteador de la competición con 10 rechaces por noche.
Para completar el equipo llega Luis Flores. Descartado el fichaje de Chris Lofton el deseo de Pepu de contar con un tirador experimentado se hizo realidad. A sus 30 años, este dominicano no ocupará plaza de extranjero en virtud del recurrente acuerdo Cotonou. Aunque solo pasó dos años en la NBA, sus inicios tienen sabor americano. El 22 de marzo de 2003, en pleno March Madness, se enfrentó a un jovencito Carmelo Anthony (17 puntos y 9 rebotes), líder de la Universidad de Syracuse. Flores (20 puntos, 7 asistencias, 4 rebotes y 2 robos) era una pieza clave en el esquema de la Universidad de Manhattan. Pese a su destacada actuación individual, el dominicano no pudo evitar despedirse de la temporada tras caer 74-65 ante quienes, a la postre, se harían con el título de la NCAA aquel año.
Parafraseando el inolvidable discurso de Pepu en la madrileña Plaza de Castilla en el mágico verano de 2006: "Os voy a decir una palabra. Y escuchadla bien, porque va a ser una palabra muy importante”. Visto así, el anhelado ‘ba-lon-ces-to’ resurge en Serrano 127. El lugar donde empezó todo.