El gallo que dejó de cacarear

El pasado miércoles fuimos testigos de algo más que un partido amistoso preparatorio para el Mundial de Sudáfrica entre Francia y España. La victoria de nuestra selección por 2-0 , con dos buenos goles de Villa y Sergio Ramos, no hizo más que confirmar (aún más si cabe) el buen momento por el que pasa la mejor generación de futbolistas que jamás ha tenido nuestro país.
La Roja se presentaba en el estadio de Saint Denis con la estadística en contra. Casi 42 años acumulaba sin ganar a los galos a domicilio. Corría el año 1968 cuando los tantos de Pirri, Ufarte y Aragonés dieron la victoria a España.
Pero las cosas han cambiado, y mucho. España se ha convertido en un equipo sólido que desprende elegancia y madurez en su fútbol. En los 44 partidos que ha disputado en los últimos cuatro años sólo ha perdido uno, contra EE.UU en la pasada Copa Confederaciones. Sin embargo, donde se centran todas las miradas es en el Mundial. De nada servirán los buenos resultados frente a selecciones de renombre si no se logra algo importante en Sudáfrica. De momento vamos por el buen camino.
No ocurre lo mismo con nuestro rival el miércoles. La selección francesa se encuentra inmersa en una crisis institucional y de juego que pone en peligro su estatus. Una de las potencias históricas de este deporte no pasa por su mejor momento y en el partido frente a España quedó patente.
El fútbol francés no tiene una generación como la que formaba el equipo que ganó el Mundial, disputado precisamente en tierras francesas, en el año 1998. Lo cierto es parece complicado que se vuelvan a unir jugadores de la talla de Zidane, Desailly, Vieira, Thuram, Henry, Trezeguet, Blanc, Lizarazu, Barthez, Petit, Pires.
Hay que reconocer que el conjunto de Raymond Domenech tiene en sus filas a jugadores que son titulares en equipos de las mejores ligas del mundo: Lass Diarra, Ribéry, Malouda, Evra, Sagna, Anelka, Benzema o Jérémy Toulalan. Aún así, nada que ver con los Iniesta, Xavi, Xabi Alonso, Cesc, Silva, Villa, Torres, Ramos, Albiol o Casillas.
Lo más representativo de los malos tiempos que corren en el seno de los ex-campeones del mundo no fue la derrota. Al fin y al cabo, perdieron frente a uno de los más serios candidatos para ganar el mundial. Hubo varios momentos clave durante el partido: la pitada a Henry, los gritos de ¡Domenech dimisión! y los olés del público al buen juego de nuestra selección.
La gente en Francia está cansada. Saben que no van por el buen camino. De ser nuestro verdugo en el Mundial de Alemania 2006 a darles un baño frente a más de 70.000 franceses.
Se le mezcla todo a esta selección que debe mejorar algunos aspectos para cambiar el rumbo. Es evidente que la dimisión del entrenador suele ser la medida más habitual. Pero Domenech seguirá, al menos, hasta después del Mundial. De todas formas, lo de tener a un tipo en el banquillo que no quiera llevar a jugadores Escorpio a la selección da que pensar. No creo que sea momento para supersticiones.
Por último, quería hacer referencia a la decadencia de uno de las estrellas del fútbol mundial en la década pasada, Thierry Henry. El capitán francés no es aquel delantero explosivo con zancada de gacela que se hinchó a meter goles en el Arsenal. A sus 32 años, está demostrando que ya no es el mismo. En el barça ve como el canterano Pedro le quita el puesto en el once de Guardiola.
Los franceses no están dispuestos a ver como su selección no está a la altura de los mejores. Y el miércoles 'Tití' pagó los platos rotos de la mala imagen del equipo. Fue pitado cuando se retiraba del campo sustituido por Govou. No creo que la solución sea ponerse en contra de sus jugadores. Y menos en contra del máximo goleador en la historia de esta selección en horas bajas.