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martes, 2 de agosto de 2011

El acuerdo puede esperar

La semana pasada los aficionados al baloncesto, y a la NBA en concreto, recibían con entusiasmo la noticia de la ruptura del silencio entre las partes que dejan a la mejor liga del mundo coja. Justo cuando se cumplía un mes del anuncio del cierre patronal, la vida sigue igual. Las casi tres horas de reunión que mantuvieron el pasado lunes en la cosmopólita ciudad de los rascacielos los representantes del sindicato de jugadores y los propietarios no dieron su fruto. "Estamos en el mismo punto que hace un mes. Las dos partes queremos seguir hablando y lo haremos este mes un par de veces, a poder ser dos días seguidos", reconocía a la salida Derek Fisher, presidente del sindicato de jugadores.

Sin duda, nos encontramos en la mitad del recorrido de una carrera de fondo. Una estrategia en la que todos tratarán de barrer para casa. Nadie espera que se resuelva en dos días. Eso sí, a medida que se acerque el 1 de noviembre, fecha designada para el arranque del curso, la obligación recaerá sobre todos ellos para que todo llegue a buen puerto, el acuerdo se haga efectivo y podamos disfrutar de un espectáculo inigualable.

En medio del lio anda el perpétuo Comisionado David Stern haciendo el trabajo sucio. El jefe del 'show', con una mente diseñada para hablar de negocio y rentabilidad, se identifica con los poseedores de las franquicias y hecha leña al fuego presionando a los jugadores al tiempo que duda de su buena fe: "No soy optimista debido a la voluntad poco seria de los jugadores", expresó con su hierático rostro, el mismo con el que cada año recibe a sus nuevos soldados en la lotería del draft. Una tropa de jóvenes estrellas del deporte de la canasta que buscan resolver su vida con un generoso contrato. Lamentablemente para ellos, sólo unos pocos serán los elegidos.

Dicho queda, tendremos que esperar a próximos capítulos para llegar al punto de equilibrio entre donde las demandas de unos y otros se amolden. Cuestión de ceder. De momento, Desconocemos lo que saldrá de ahí. Las partes siguen sin acercar posturas. La reducción en el porcentaje de participación en los ingresos de los equipos por parte de los jugadores del 57% al 54,3% (o 100 millones de dólares al año durante las próximas seis campañas) no ha sido suficiente. Los propietarios requieren un ajuste en el sistema financiero que paliar un escenario de lo más desolador, en el que, según lo expresado por Stern, 22 de las 30 franquicias acumularon pérdidas por valor de 300 millones de dólares durante la última campaña. Así, proponen un acuerdo de 10 años con un austero tope salarial (inferior a los 58 millones del último año). Tras ello, se animaron a ofrecer al menos 2000 millones de dólares en salarios durante cada una de las diez temporadas que abarcaría la deseada negociación colectiva. Ni por esas.

La solución no está fuera


Billy Hunter, director ejecutivo de la Asociación de Jugadores, no cree que iniciar la andadura fuera del baloncesto norteamericano sea la solución. A pesar de ello, desde el sindicato se quiso informar de que era una posibilidad a la hora de afrontar el parón. Sin embargo, informar y alentar son conceptos distintos. Las aventuras europeas o asiáticas conllevan unos riesgos que no todos están dispuestos a asumir. Pero tras el visto bueno de la FIBA, todo lo que queda es aconsejar. "No tengo la respuesta pero es algo de lo que tengo que preocuparme". Y siguió con un desafortunado ejemplo: “No puedo decirle a Kobe ni a nadie, 'no deberías irte'”.

Los rumores que sitúan a muchas de las estrellas NBA fuera de los Estados Unidos mientras se prolongue el lockout responde fundamentalmente a cuestiones que trascienden lo deportivo para ceñirse a lo económico. Mantener un nivel de vida propio de marajás está en juego. Sin embargo, nadie parece reparar en la amplia clase media que forma la liga. El salario medio de un jugador ronda los 5,5 millones de dólares anuales. Como todo promedio guarda el inconveniente de verse afectado por los extremos, lo que disminuye en una parte considerable su representatividad.

Así las cosas quienes menos importan son ellos, las estellas. Esos jugadores capaces de pasar un fin de semana de ensueño en Manila y embolsarse 400.000 dólares o generar más ingresos en contratos de publicidad que por la práctica del baloncesto. Partiendo de la base de que se trata de privilegiados, haciendo lo que les gusta a cambio de una retribución, muchas veces superior a la renta per cápita del país más rico del mundo, la desigualdad en la distribución de las ganancias es patente. Los datos son concluyentes. Estamentos y clases a quienes la incertidumbre azotará de forma distinta. Tal y como prosiguió Hunter en sus declaraciones recogidas por New York Times, “la amplia mayoría no tendrán una oportunidad y ya les hemos dicho a los jugadores que no crean que irse a Europa y Asia va a ser la solución". Un simple consejo al fin y al cabo.

El anterior lockout evidenció estas diferencias. En aquel momento, fueron muy pocos los que decidieron explorar nuevas experiencias lejos del sueño americano. Y claro, las consecuencias fueron muy dispares. Tal y como informa el New York Times, hace 13 años, Patrick Ewing, buque insignia de los Knicks y presidente del sindicato de jugadores en aquel momento, no sufrió de igual forma los estragos de los más de tres meses desocupado que Charles Oakley. Un gregario que por fin consiguió aquel verano ascender un escalafón en la pirámide salarial con 10 millones de dólares observó con cierta desesperación cómo algunos millones se quedaban por el camino.

Una Liga desigual


Lo que pasó con el subalterno Oakley volverá a repetirse. Durante la temporada 2010-11, y refiriéndonos a lo que tenían firmado en sus fichas en el momento previo al ciere patronal, 62 jugadores se embolsaron 10 millones de dólares o más. La nobleza baloncestística que engloba a todas las estrellas y secundarios de lujo en sus equipos. Una nada desdeñable 'clase media' constituida por 133 jugadores quienes tenían firmados 5 millones o más. Una segunda 'clase media' de 165 jugadores con emonumentos algo inferiores, situados entre los 4 y 5 millones.

Eso nos deja con 285 'obreros' que tenían menos 4 millones de dólares como sueldo. Ellos podrían estar mucho más motivados a jugar en otras ligas si presienten que el cierre patronal se alarga y la temporada está en peligro. Estos 285 jugadores conforman el grueso de los votos del sindicato. Eso sí, aquí como reza una de las premisas democráticas por excelencia, “un hombre, un voto”. Por tanto, cada uno de sus elecciones valen lo mismo que la del jugador mejor pagado de la liga, Kobe Bryant, quien recibió la pasada campaña la friolera de 25,2 millones de dólares y a quien le quedan por recibir 85,3 millones de dólares en los próximos tres años firmados con los Lakers.

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