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domingo, 12 de junio de 2011

La sonrisa tensa de los Heat

Muchos son los calificativos que se han venido empleando desde que el pasado jueves, madrugada del viernes en España, los Mavericks ganaran el quinto partido por 112-103, segundo de los tres partidos disputados en el American Airlines Center, para poner el 3-2 a su favor en las finales de la NBA 2011. Especulaciones, críticas y alabanzas repartidas a partes iguales. Balón al aire. Las series se trasladan a Florida donde la próxima madrugada (2:00 hora española) tendrá lugar el sexto encuentro de la serie. La tortilla se dio la vuelta tras el tercer partido, primero jugado en Dallas y que ponía el 2-1 a favor de los Heat en la eliminatoria.

Cuando el componente épico, ese que engrandence aún más si cabe estos momentos que separan el éxito del fracaso, se apodera del juego es momento para que la inverosímil y lo increíble tenga lugar sobre el parqué. Y esos adjetivos son los que han definido a unos Dallas Mavericks que tendrán dos opciones para hacerse con el primer anillo de una franquicia con quien la historia guarda una deuda que podría ser saldada dentro de unas horas. Un compromiso personificado en un hombre: Dirk Nowitzki. El ala-pívot alemán sabe que está ante la última opción de su carrera de conseguir un anillo.

Los hombres de Rick Carlisle estaban contra las cuerdas. Era el momento para un 'Big D' a quien un fuerte virus había mermado su físico de manera ostensible. Nowitzki terminó el encuentro con 21 puntos, diez de ellos en el último cuarto, 11 rebotes y la inestimable ayuda de unos Heat que encajaron un parcial de 21-9 en los últimos diez minutos para terminar claudicando por 86-83.

Un irreconocible Lebron James, ausente como jamás se le vio, acabó con 8 puntos (3/11 en tiros de campo) y por primera vez en los últimos 433 encuentros disputados entre temporada regular y playoffs no pudo llegar a los diez puntos en sus estadísticas. Las malas lenguas infundían el rumor de un posible escarceo entre su mujer Savannah y Rashard Lewis, negado días después por el propio alero de los Wizards. Un hecho que podría haberle robado el sueño y la concentración necesaria en el momento más importante en sus ocho temporadas como profesional.

Las críticas se ceban con un hombre a quien sólo el calor de un siempre entregado American Airlines Arena y su blanquecino aspecto parecen tener la cura para su mal momento. Seguía siendo el momento para un Dwyane Wade quien a pesar de ser el sustento durante gran parte del encuentro en el que terminó con 32 puntos, falló en los instantes finales: un tiro libre y una pérdida servía en bandeja el triunfo local y empataba la serie. Un Nowitzki exhausto nos dejó un partido épico para manterner vivo el sueño. Su sueño. "Esto son las finales. Tienes que salir ahí fuera, competir y dar lo mejor de tí para tu equipo. Y eso fue lo que hice", reconoció Nowitzki un encuentro en el que su temperatura corporal rondaba los 39ºC.

Fue inevitable que muchos gurús se animaran a comparar de forma tímida la soberbia actuación del alemán, quien recordemos falló sus diez primeros intentos a canasta, con famoso Flu Game (Partido de la gripe) de Jordan en el quinto partido de las finales de 1997 ante los Utah Jazz. A pesar de su mermadas condiciones físicas, Jordan terminó con 38 puntos (13/27 en tiros de campo), 7 rebotes, 5 asistencias, 3 robos de balón y un tapón que terminaron dando el triunfo a los Bulls del segundo 'three-peat' por un ajustado 90-88. Para rematar la faena, y con su cuerpo aún renqueante, Jordan se fue hasta los 39 puntos, 11 rebotes y 4 asistencias en el sexto encuentro disputado en el United Center y conseguir la victoria por 90-86 y adjudicarse el quinto anillo de su carrera.

Al año siguiente, mismos protagonistas y un guión similar coronaba a Jordan por sexta vez en su carrera. Un sexto partido inolvidable con 45 puntos de 'Su Majestad' y una frase del gran Antoni Daimiel para describir lo ocurrido en Salk Lake City aquella noche: "Dios volvió a disfrazarse de jugador de baloncesto" en alusión a la mítica cita de Larry Bird. Corría la temporada 85/86 cuando un joven Michael Jordan se fue hasta los 63 puntos en el segundo partido de la primera ronda del Este ante los Celtics batiendo un récord de anotación en playoffs que aún pervive.

El quinto partido del pasado jueves no fue más que la confirmación de la inyección de moral que había supuesto la heroicidad vivida 48 horas antes. Y a pesar de que la igualdad fue la nota predominante, todo cambió cuando Nowitzki (29 puntos), secundado por un Jason Terry (21) y un José Juan Barea (17) cumpliendo a la perfección con su rol de titular se pusieron manos a la obra. 13/19 desde más allá del 7,25 y un parcial de 17-4 en los últimos minutos dejaban el anillo muy cerca.

El mismo que se le ha negado a un hombre que tras 13 años en la Liga  conoce de primera mano el sabor amargo de la derrota. Un sentimiento de fracaso que no se borrará hasta que no logre el anillo. Hasta que eso suceda, la gente le seguirá recordando por el colapso en las finales de 2006 ante unos Heat que remontaron un 2-0 en contra, o la sorprendente derrota en primera ronda al año siguiente ante unos Warriors, octavos del Oeste, tras terminar la temporada regular con un espectacular balance de 67-15.

Durante los cinco partidos previos, Dirk Nowitzki ha anotado 52 puntos en los últimos cuarto de estos encuentros, uno más (51) que todo el Big Three. Si nos seguimos fijando en los números, en 19 de los 26 últimas temporadas el ganador del quinto partido fue quien terminó recibiendo el anillo de campeón. Con todo y con eso, no hace falta irse demasiado lejos para encontrar un precedente capaz de contradecir a la aparentemente irrebatible fiabilidad estadística.

El pasado año, los Lakers llegaron al Staples con un 3-2 en contra del que se repusieron haciéndose con los dos encuentros ante su público y terminar llevándose el título en el séptimo y decisivo partido. Puestos a reflexionar de una manera más obvia y lógica que existencial y profunda, a Miami le faltan motivos para reir.
Una broma pesada para calentar el ambiente
Antes de la sesión de tiro previa al choque LeBron James y Dwyane Wade recorrían relajados los pasillos del American Airlines Arena cuando, ante la omnipresente mirada indiscreta de las cámaras, tuvieron la ingeniosa idea de hacer una parodia de los síntomas del virus que afectó a Nowitzki en el cuarto encuentro. "Solo pienso que es un poco infantil, un poco ignorante. Llevo en esta liga 13 años. Nunca he fingido una lesión o una enfermedad".

Esas fueron las palabras que Nowitzki quiso transmitir tras ser preguntado por el vídeo recogido por la cadeba CBS, a lo que añadió: "Esto no va a suponer nada extra para mí. Esto son las finales de la NBA. Si necesitas una motivación extra, tienes un problema. Estamos a una victoria de mi sueño, para lo que llevo trabajando media vida. Eso es realmente todo lo que me preocupa". Quien ríe el último ríe mejor debió pensar el bueno de Dirk. El teutón tendrá opción de lograrlo en el día del 20 aniversario del primer anillo de los Bulls de Michael Jordan.

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