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viernes, 19 de marzo de 2010

One last chance

La vida da muchas vueltas y es difícil predecir donde acabaremos dentro de algunos años. Aquel famoso '¿Qué será de mi vida?' que hiciera popular el mítico José Feliciano en su tema '¿Qué será?' fue, casi con total seguridad, una de las frases más repetidas por la protagonista de esta historia. Y ésta no es otra que Marion Jones.
Os preguntaréis cual es el motivo que me lleva a escribir acerca de una deportista que parecía haber tocado fondo hará unos dos años. Recordar que la velocista californiana fue la reina de la velocidad durante casi una década. Una todoterreno capaz de correr 100, 200, 4x100, 4x200, 4x400 y competir en salto de longitud y que cosechó ocho medallas de oro en Juegos Olímpicos y Mundiales (cinco de ellas en los JJ.OO de Sydney 2000). Alguien que tocó el cielo con sus manos. Llegó a ser la número uno. Corría con un excepcional descaró al que ninguna de sus rivales sabía como hacer frente.
El éxito profesional y personal colmaba su vida hasta que se pudo comprobar que se valió de sustancias prohibidas para mejorar sus resultados. Concretamente, Jones reconoció que había consumido esteroides desde septiembre de 2000 a julio de 2001.La que fuera campeona del mundo con sólo 22 años, alegó que su entonces entrenador, le dijo que lo que tomaba era aceite de linaza, pero en realidad era el esteroide sintético conocido por su nombre en inglés 'the clear'.Resultado del positivo, la velocista tuvo que devolver los cinco metales obtenidos en Sydney. A ello se le añadieron la retirada de sus marcas desde septiembre de 2000 y la condena a dos años de inhabilitación.
Pero ahí no acababan los problemas para la ex-atleta. Un juzgago estadounidense le impuso una pena de seis meses de prisión por haber mentido a los investigadores sobre su dopaje y por perjurio en un caso criminal por fraude y lavado de dinero en el que estuvo vinculado al también velocista Tim Montgomery, que fue pareja de Marion Jones. Además, se le impusieron dos años de libertad vigilada, condena que aún está cumpliendo.
En las retinas de todos quedaron grabadas las declaraciones en las que la deportista pedía perdón públicamente entre sollozos por sus acciones. Su estelar carrera llegaba a su fín. Y su persona, acostumbrada a llenar portadas de las publicaciones deportivas de todo el mundo, quedaba condenada al más duro ostracismo.
Pero la vida le ha dado una segunda, quién sabe si la última, oportunidad. El pasado día 10 de marzo saltaba la noticia de que Marion Jones ha fichado por un equipo de la WNBA (la NBA femenina). Algo que casi con toda seguridad sorprendió a muchos. Pero que no es tan extraño raro para los que conocían el pasado en los parquets de la ex-velocista.
Marion comenzó a destacar precozmente en el atletismo. Con solo 15 años sus marcas ya estaban entre las 20 mejores del ranking mundial, y estuvo cerca de poder participar de los Juegos Olímpicos de Barcelona '92.
Sin embargo, se pasó al deporte de la canasta, el cual practicó en su época universitaria en las filas de las míticas Tar Heels de Carolina del Norte. De hecho, en 1994 consiguió el título de la NCAA. Lo dejó en 1997, año desde el que no juega de forma organizada.
Lo cierto es que a sus 34 años, las Tulsa Shock de Oklahoma, antiguas Detroit Shock le han ofrecido un contrato profesional en la mejor liga femenina del mundo. Ha firmado por una temporada a cambio del salario mínimo (6000 euros mensuales). Será uno de los grandes atractivos de la temporada que dará comienzo en el mes de mayo. Jones habló en el día de su presentación oficial de ganas, ilusión y demás tópicos en estas situaciones. Tópicos aparte, me quedo con una frase acertada de la que fuera reina de la velocidad: "La palabra redención no forma parte de mi vocabulario. Es una oportunidad para hacer realidad un sueño, de transmitir un mensaje de esperanza y de que existen las segundas oportunidades".

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